NUEVO RUMBO CON DIGNIDAD: ECUADOR ANTE UN MOMENTO HISTÓRICO

Qué importante es retomar el rumbo, no desde la imposición ni el orgullo, sino con el beneplácito de una comunidad que despierta, que mayoritariamente asume su papel protagónico en la construcción de su propio destino, que superando limitaciones se atreve a reconocer los errores del pasado y a corregirlos sobre la marcha, demostrando que la verdadera grandeza no reside en la perfección, sino en la capacidad de rectificar, de aprender y de avanzar con dignidad.
Porque, cuando un pueblo decide reivindicarse, cuando se levanta con la convicción de que su dignidad no es negociable, entonces el rumbo no solo se retoma: se transforma en un nuevo comienzo, más sabio, más justo y humano.
Hoy, Ecuador vive un momento que puede calificarse -sin exagerar- como histórico.
Por primera vez en muchos años, se percibe un clima de unidad nacional y una sensación colectiva de que el Estado, por fin, actúa con firmeza, serenidad y coherencia frente a la presión de grupos que durante décadas condicionaron la gobernabilidad del país.
Cabe resaltar que, la dirigencia de la CONAIE ha sido, históricamente, un actor político con poder de veto. Su capacidad de convocatoria ha paralizado al país en repetidas ocasiones, forzando concesiones que, aunque justificadas en algunos reclamos sociales, derivaron en graves daños a la economía nacional, a los bienes públicos, la propiedad privada y en un debilitamiento del principio de autoridad.
Los ejemplos abundan y son evidentes en señalar que:
• En 2015, el levantamiento contra Rafael Correa por políticas económicas y de explotación de recursos naturales terminó con el gobierno cediendo ante algunas demandas.
• En 2019, el “Paro Nacional de Octubre” contra la eliminación del subsidio a los combustibles obligó al presidente Lenin Moreno a retroceder en su decisión.
• En 2022, las movilizaciones contra Guillermo Lasso paralizaron provincias enteras y lograron concesiones significativas bajo presión; y,
En 2025, la historia parecía repetirse. La CONAIE convocó a un nuevo paro nacional, desde el 22 de septiembre en rechazo a la eliminación del subsidio al diésel y otras políticas del gobierno de Daniel Noboa. Sin embargo, esta vez, el desenlace fue distinto.
A pesar de los bloqueos registrados en Quito, Guayaquil, Esmeraldas, Imbabura y otras provincias, el gobierno durante los treinta y un días de movilizaciones y desmanes, mantuvo el control institucional, garantizó la seguridad ciudadana y aseguró la continuidad administrativa.
No hubo capitulación. Hubo firmeza democrática.
Noboa apostó por el diálogo, pero también por el orden; por la apertura, pero jamás por la debilidad. Esa combinación -tan escasa en la política ecuatoriana- marcó la diferencia.
Por primera vez, un presidente logró resistir la presión de un paro prolongado sin ceder a las impertinencias e imposiciones sucesivamente mutantes de la dirigencia indigenista. Con ello, sienta un precedente histórico: el de un gobierno que defendió el interés general por encima del chantaje político, la minería ilegal y la narcoviolencia, y, que puso en el centro la gobernabilidad, la paz y el bienestar de los ciudadanos.
Ecuador necesitaba este giro. Un país que aprende de su historia, que enfrenta sus conflictos sin rendirse al caos, es un país que empieza a madurar políticamente.
¡Y buena falta que nos hacía!
De seguro podremos verificarlo el próximo 16 de noviembre cuando, llamados a las urnas para pronunciarnos sobre la consulta y el referendo, decidamos entre el bien y el mal, votemos por el desarrollo y el cambio, o por el estancamiento. Y concluyamos siendo positivos o invariablemente negacionistas, con nosotros mismos y con nuestro futuro.
Quizás, después de tanto tropiezo, el Ecuador esté encontrando -por fin- su rumbo.
GUETANI…//
