NO PUDE COMPRAR EL PAN / John Tello Jara
En casa nos gusta el pan integral, es sabroso, nutritivo y, al contener una cantidad equilibrada de fibra, carbohidratos y proteína, aumenta la energía del cuerpo y favorece la digestión; consumimos en promedio una palanqueta y medio por día (entre desayuno y cena).
Hace meses compraba cada unidad a USD 0,70 ctvs, luego subió a USD 0,80 ctvs, lo cual me parecía justo por la cantidad y calidad; pero cuál fue mi sorpresa el jueves anterior, al acercarme a la panadería del cual soy cliente hace algunos años, ver que el pan había incrementado su precio y se situaba en USD 1,00.
La vendedora decía que el precio de la harina, del aceite y de algunos insumos había subido por lo cual la administración decidió incrementar el valor del pan. Me detuve un momento y vi otras alternativas, pensé que el aumento era solo en el pan que llevo a casa, pero no, el aumento era para todas las clases de pan.
No tengo porque molestarme con los dueños o peor aún con los vendedores, más bien este fenómeno amerita un análisis; en el 2021 el quintal de harina tenía un costo de USD 31,00, a inicios de este año (2022) llegó a USD 38,00 pero en junio se ubicó en USD 48,00 debido entre otros factores, al conflicto bélico Rusia-Ucrania quienes son dos de los principales países exportadores de trigo y maíz a Europa.
El mercado siente la falta del producto y ante una demanda fija, el precio se incrementa a nivel mundial debido a su escasez, recordemos que en el país se producen 33 millones de kilos de pan en diferentes presentaciones y cada habitante consumimos más de 680 panes cada año, dedicando la gente de escasos recursos al menos un 26% de sus ingresos, al consumo de este producto.
Pero no solo la harina ha incrementado su precio, también lo ha hecho el aceite, lo cual implica un aumento en el precio del pan, con la consecuente reducción de su consumo y la búsqueda de bienes sustitutos como son los patacones, majado, arroz, etc.; esperemos que la guerra termine y que al interior del país reine la calma en la clase política para estabilizar los precios.