No habrá tercera guerra / Esteban Torres Cobo

Columnistas, Opinión

Augurar una tercera guerra mundial por el asesinato del general iraní Qasem Soleimani es propio de los que todavía viven en un 28 de diciembre pero ese día, para la mayoría, ya pasó. Estamos en enero ahora. Soleimani fue una figura fundamental en el Medio Oriente pero tampoco era Francisco Fernando de Austria como para se desencadene una guerra mundial.

Actuaba como vicepresidente en la sombra de Irán pero su maldad y mala fama no harán que le llore mucha gente. Peor algún país extranjero con capacidad de hacer cosquillas a las fuerzas norteamericanas.

En primer lugar, hacer la guerra es costoso, así sea con drones teledirigidos con precisión extrema como los que incineraron a Soleimani. Ni Rusia ni China, que podríamos creer que tendrían algún interés en algo así (en el fondo no lo tienen), cuentan con la capacidad estos momentos de gastar dinero en una guerra y hacer frente a los Estados Unidos de Trump, durante algún tiempo con la mejor economía de las últimas cinco décadas. Tan golpeada estará China que cedió a casi todas las demandas de la guerra comercial emprendida por Trump. Ya es un hecho que ganó el norteamericano.

En segundo lugar, frente a los cuentos de primaria de que en poco tiempo China superará o sobrepasará a Estados Unidos en la hegemonía mundial -cantaleta antinorteamericana de los últimos años-, una cosa es cierta: nadie tiene la capacidad militar de los gringos. Nadie. Su equipamiento es cinco veces el de los chinos y, en ciertos ámbitos, hasta cincuenta veces superior. Nunca se ha reducido esa brecha.

En tercero y último lugar, ¿para qué pelear si lo mejor sería tumbar conjuntamente a los iraníes y repartirse parte de la influencia que tiene sobre varias naciones, empezando por Irak? A Soleimani no lo llorará nadie. (O)

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