Niña María de Jerusalén hacia la fe de corazón

Interculturalidad
La alegría de las comparsas de los devotos es usual de generación en generación por amor a la Virgen, pero en este año no fue posible por la pandemia. (Foto El Heraldo)

En San Miguelito de Píllaro se encuentra tanto la gruta como el santuario de la Niña María de Jerusalén, cuya fe y devoción se mantiene y crece cada año.

Los devotos recuerdan que solían realizar dos peregrinaciones, una en mayo de cada año y la otra era el sábado anterior a la fiesta del ocho de septiembre.

Pese a la pandemia, los feligreses mantienen su amor a la Virgen. Se recuerda que como muestra de fe, cada año las familias solían desfilar por las calles de esta parroquia acompañados de comparsas, carros decorados y con la imagen de la Reina del Cielo para dar a conocer su amor y confianza en ella.

En el 2019 fue grandiosa la presencia de comparsas, delegaciones de los barrios, agrupaciones, colaboradores y personas que llenaron de colorido, cánticos, baile y fe en honor a la Niña María de Jerusalén.

En este año, la pandemia ha hecho que no se puedan realizar eventos masivos por el momento; sin embargo, todos recuerdan que la Virgen siempre los protegerá y amparará.

Se conoce que la gruta donde apareció su imagen fue en el año  1.844; es decir, hace 176 años, siendo este sitio localizado a dos kilómetros del centro parroquial.

A fines del siglo XVII ya se vivía la devoción a la imagen de la Virgen que yacía pintada en una pequeña piedra. Por relatos se conoce que cuando se dio el terremoto de 1.797, la pequeña imagen se enterró en la iglesia de Píllaro y por esas circunstancias del destino fue rescatada por Joaquín Robalino que la llevó a su domicilio situado en San Miguelito.

En 1.820 se dieron las guerras de la Independencia y, para no ir, don Joaquín Robalino fue llevado a esconderse en una cueva situada en las laderas de Quillán donde estuvo acompañado por su hijo José, quienes devotamente llevaron  la sagrada imagen de la Virgen para que los protegiera.

Al salir de la cueva la imagen se perdió  y los devotos con rezos y ruegos pedían que apareciera. Con el pasar del tiempo, Manuel, el hijo de don Joaquín Robalino encontró la pequeña piedra donde yacía borrosa la imagen de la Virgen.

Como en esos años seguían las guerras, se hacía difícil ubicar algún pintor para que restaurara dicha imagen y así siguieron transcurriendo los años hasta que estos devotos con rezos y oraciones prometieron ver la forma de construir la capilla.

Fue entonces cuando en sueños la Madre del Cielo reveló a José que levantara su imagen para ser llamada Niña María de Jerusalén, y cuando lo hizo, la imagen era muy visible en la piedra donde, además, se la contemplaba con su hijo en brazos, acrecentando así la fe de los creyentes quienes por generaciones la han venerado y le han dado gracias por los favores recibidos.

En el interior del santuario que está ubicado en el centro de la parroquia San Miguelito de Píllaro está la pequeña imagen en la roca que yace en el altar mayor. En esta temporada solo se espera las condiciones para que el templo pueda abrir sus puertas con las medidas de bioseguridad para que los devotos puedan nuevamente contemplarla y rezarle como siempre lo han  hecho para sentir su amor. (I)

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