Mundo migrante / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



La migración es un fenómeno que nació con los primeros hombres que aparecieron sobre la faz de la tierra. Totalmente ignorantes sobre los fundamentos de la agricultura -siembra, cultivo cosecha- comían los frutos silvestres de un lugar hasta agotarlos, luego se marchaban en busca de otros parajes. En ciertos períodos la migración es forzada sobre un grupo de seres humanos, cuando fracasan sus cosechas o cuando temen el ataque de un enemigo. En la Edad de Hielo emigraron buscando un clima más abrigado. En varios casos la gente emigra para conquistar nuevos territorios, apoderarse de la riqueza ajena, o destrozar a vecinos hostiles. Un tipo de migración produce otra.

La historia de los territorios entre los ríos Éufrates y Tigris es la historia de una sucesión de pueblos emigrantes. Cada uno rigió por un tiempo toda la región o una parte de ella. Cada uno, a su turno, fue conquistado por otros pueblos fuertes y generalmente menos civilizados.

En los tiempos modernos, el ejemplo de emigración más contundente es la de Estados Unidos. Entre los años 1860 y 1900 llegaron a Estados Unidos 14 millones de europeos; a los que les siguieron 15 millones más en 1915.

Cuando quienes ya residían en el país comenzaron a rechazar tanta inmigración, los políticos en los diferentes poderes reaccionaron para ganar simpatías de sus electores, y para defender sus intereses monetarios. En 1917 el congreso aprobó una ley que estableció el Examen de Alfabetismo -saber leer y escribir- como requisito de ingreso en Estados Unidos

Posteriormente, los líderes del trabajo organizado movilizaron sus filas para que el Estado frené la inmigración en gran escala porque estaba deprimiendo el mercado doméstico del trabajo. En fin.

En estos días vemos en la televisión como europeos afectados por el crecimiento del antagonismo radical y político, por falta de trabajo y hasta por el calentamiento global y crecimiento del mar, huyen de sus países natales y tratan de forzar su ingreso en países cuya positiva situación económica podría permitirles trabajar y vivir.

Ecuador, para no quedarse atrás, deroga la exigencia de visas a los ciudadanos chinos que vengan de turistas por 90 días. Tenemos colombianos y peruanos, legales. Venezolanos a millares surgir. Y por supuesto ecuatorianos andan buscando en el pan de cada día en Estados Unidos donde están unos cuantos millones; en España, Italia, etc. etc.

Lo que sí debe regularse es una migración profundamente analizada que respete la capacidad territorial, las posibilidades de producción, de educación, salud, de vida racional. (O)

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