Mensajes juveniles / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

Danos el pan de cada día 

Quiero compartir comentarios que Leonardo Boff hace sobre esta petición del Padre nuestro: “Danos hoy en pan de cada día”. Tomo del libro Padrenuestro.

El pan necesario para el tiempo y para la eternidad.

Opino que el sentido dado por el Jesús histórico es el de pan futuro, pan para el día de mañana, basándome en una convicción, que ahora no pretendo explicar, de que el Jesús histórico se movió dentro de una perspectiva apocalíptico-escatológica. Quiero decir que él vivía la inminencia de la irrupción del reinado de Dios, aunque sin determinar con exactitud los “tiempos y momentos” de su inauguración definitiva. La manifestación más saliente de su anuncio –el sermón de la montaña, el radicalismo de sus exigencias- apunta con mucha probabilidad a esa interpretación. De acuerdo con ella y como atestiguan a menudo los evangelios, el reino de los cielos se comparará a una cena. En la mesa celestial se servirá el verdadero pan sustancial. La petición del alimento (pan) hecha por el hombre está, pues, relacionada con el banquete celestial, como leemos en Lucas (14,15): “¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!” El mismo tono escatológico encontramos en otro texto de Lucas (6,21): “Dichosos los que ahora pasáis hambre, porque os van a saciar”. Otras veces se habla de “comer y beber a mi mesa” (Lc 22,30), y de que “vendrán muchos de Oriente y de Occidente a sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob con el reino de Dios”. (Mt. 8,11). El Apocalipsis (7,16 recalcando Is 49,10) describe el cielo donde los justos “no pasarán más hambre”. Este pan futuro en el reino del Padre es el objeto de la súplica: ¡dánosle ya ahora! En otras palabras, ¡venga en seguida tu reinado! ¿Realiza, Señor, lo más rápidamente posible, tu intervención liberadora! ¡Introdúcenos en el banquete donde se sirve el alimento (el pan) realmente sustancial que da la vida eterna!

El amor de Dios es práctico: Nos provee de alimentos, ropa, lo necesario para cada día (Mateo 6:25-32 y Lucas 12.30). Por lo que también podemos nosotros pedirle cosas prácticas, que necesitamos, deseamos. El amor de Dios abarca toda la creación: a los pájaros y a las flores. Y a nosotros nos conoce por nuestro nombre. Para Dios nada se pierde en la multitud, en la masa. Cada uno de nosotros cuenta. Le interesamos. Ese es nuestro padre. El Padre Nuestro nos relaciona con nuestros semejantes. No es un padre exclusivo, sino nuestro, quiere ser padre de todos. Así, mi semejante pasa a ser mi hermano si acepta a Dios como papá. Un igual mío al que debo amar como Dios ama.

Dios es nuestro padre y siempre está con nosotros. Nadie nos podrá arrebatar de su mano. Él no nos deja solos. Nuestra barca tiene timón y nuestro océano una costa… no andamos a la deriva. (O)

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