Mensajes juveniles / P.Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

Hoy, la Provincia da inicio a sus fiestas tradicionales. La Iglesia que peregrina en esta provincia quiere ser la que da la señal de la partida con una celebración especial en la que agradece a Dios por su bondad manifiesta en la riqueza de la tierra y en el trabajo de nuestra gente, quiere dar la señal de la partida bendiciendo los frutos de nuestros campos y del trabajo creador de nuestros semejantes.

Hemos querido tener, como todos los años, un motivo para reflexionar sobre él y sacar de él, a la luz de la Palabra de Dios, las fuerzas motivadoras para un compromiso serio de transformación y de progreso. «La creación es obra de Dios» es el tema que domina la celebración de hoy. Queremos a partir de este slogan descubrir la presencia de Dios en la naturaleza, y tomar conciencia de nuestra obligación moral frente a la creación para sentimos responsables de ella y para saberla utilizar, por medio del trabajo, en beneficio de la humanidad.

Es un compromiso eminentemente ecológico y que responde, con la fuerza de la actualidad, a las inquietudes de hoy de salvar la naturaleza pues es el ambiente más propicio para el desarrollo armonioso del hombre de los pueblos y de la misma humanidad.

Debemos partir admitiendo que la creación es obra exclusiva de Dios «todo lo hizo él». Debemos aceptar que la naturaleza por su mismo origen, por su mismo destino y objetivos es buena. Dice la Escritura que Dios al ver «las obras de sus manos» (sal. 8) todo lo hizo bien y todo es bueno. Dentro de la intención de Dios no debemos olvidar que la naturaleza, la creación entera fue puesta «bajo los pies del hombre», bajo su dominio y bajo su servicio.

El poner la naturaleza, lo que hoy llamamos progreso y técnica sobre el hombre, es transformar la intención misma del creador: El hombre que nace no es para estar bajo el dominio de la máquina, de la técnica, Todo lo que es creación, todo lo que es transformación de la misma está puesto al servicio del hombre, y para su provecho y bienestar.

Bajo este tema, queremos que todos tomemos conciencia de nuestra responsabilidad moral frente a la creación. El hombre es responsable de la transformación de la naturaleza. Es una falta moral destruirla, es una falta moral cambiar su destino y objetivo. Es una falta moral destinar el agua, el monte, los prados, el río para la utilidad egoísta del hombre y quitar así la salubridad del ambiente que favorece el bienestar de la humanidad. La polución atmosférica, la contaminación de la naturaleza más que descuidos humanos son faltas morales contra la bondad de la creación hecha por Dios. (O)

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