Memoria Selectiva / Guillermo Tapia.

Columnistas, Opinión

Alguien decía que «las noticias son el primer borrador de la historia» y creo que tiene mucha razón. Sin detenernos a calificar su condición, oportunidad o profundidad, han servido para ubicarnos en el tiempo y en el espacio, y sobre todo han servido para afianzar el derecho a la libertad de información y, esa sola circunstancia, las ubica en un peldaño distinto. En el umbral en el que seguramente se funden la luz, la verdad y la razón, amén de que nos ayudan también a actualizarnos, formar ideas, fortalecer conceptos pero sobre todo, a pensar socialmente, a hacerlo en comunidad, en vecindad y en el seno familiar. 

Diríase entonces que las noticias terminaron siendo eslabón, facilitación y hasta objeto de conversación, debate y posicionamiento.

¿Pero cuánto guardamos de ellas en nuestra memoria y cómo lo hacemos?…

Quienes no padecemos de amnesia -como refrendaba Mario Benedetti- nos acordamos de lo bonito y de lo que queremos acordarnos y, al así hacerlo, estamos privilegiando nuestra memoria selectiva. Otros habrán -con mayor capacidad acumulada de recuerdos o quizás menos selectivos- que guarden en su memoria más detalles, más información y más evidencias no necesariamente clasificadas. 

Cuando va de suyo una tarea de restricción de lo aparentemente malo, doloroso o agresivo, sin duda se procede a una reducción significativa de recuerdos para saborearlos, para imaginarlos, para sonreírlos, para mejorar nuestras ganas de vivir. Lo contrario, la masificación del recuerdo, es simplemente jugársela al todo por el todo. Recordar y sobre la marcha.. saborear o lamentar. Así de fácil.

En lo personal y lo he dicho, gusto por lo selectivo, de manera que sonrío con relativa facilidad. Estoy convencido que refrendar las buenas noticias es influir en el ánimo y, animarse, es mostrarse, es trascender, es compartir, es vivir. Pero también, a veces, me nutro de la soledad y en ella -la selección se invierte- y da cuenta de la aflicción, de la carencia, de la impotencia. Entonces, parafraseando aquella primera cita, recordar también es borronear y hacer historia. 

En momentos de especial significación, cuando el alma se abandona por las ausencias no consentidas, la mala racha o las inadecuadas decisiones, la memoria masificada acude como en cascada, a saltos y brincos, sin detenerse, sobre saturada y nos demanda atención urgente sin reflexión alguna. En cambio la memoria selectiva acude a nosotros apacible, serena, meditada, reflexiva y nos pone de cara a los buenos momentos, con los amigos y con mirada diferente nos sugiere evocar sentimientos.

Una y otra son parte de nuestro diario vivir. Combinadas, nos prodigan de espontaneidad y capacidad de reacción. Por ellas, por esas noticias, por esos recuerdos y por esas memorias, no olvidamos nuestros ancestros, nuestros valores, nuestras pasiones y enarbolamos los principios que nos impulsan a ser mejores: Libres, democráticos, solidarios, trabajadores, respetuosos, honestos, coherentes.

Pensando en las elecciones que se avecinan, tratemos de ser selectivos como una de nuestras memorias, de suerte que las coincidencias, las cercanías y las eficiencias hablen en nuestro favor, a ver si los resultados acompañan nuestros esfuerzos. (O)

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