Mega ley / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

El presidente, Guillermo Lasso, pondrá a disposición de la Asamblea Nacional el proyecto de ley llamado Creando Oportunidades. Si no hay otro anuncio, será hoy.

Esta es la segunda oportunidad que el presidente asista a la sede de la función legislativa después de su toma de juramento. Antes lo hizo para depositar en manos de los “padres de la patria” la reforma a la Ley de Educación Superior. En esta segunda visita al pleno del Legislativo se entregará la “mega ley”, que contendrá aspectos tributarios y laborales, así como reformas al mercado de valores e incentivos para la inversión. Todo esto, con la finalidad de crear empleo.

El gobierno se enfrenta a su primer gran desafío frente a la Asamblea Nacional. Días atrás, tuvo un pequeño traspié, cuando le fue devuelta, la Proforma Presupuestaria de 2021. Entonces, el panorama no es favorable. Todo lo contrario, nada hace suponer que los asambleístas den paso a la iniciativa presidencial sin poner objeciones. Es más, ya existen criterios contrarios aún sin conocer la totalidad de la ley.  

Lo sucedido con el tratamiento del Presupuesto 2021 es un presagio de lo que puede ocurrir. El pasado 21 de septiembre, 77 asambleístas del grupo correísta y de Pachakutik hicieron observaciones al documento; 33 de la Izquierda Democrática y del partido Social Cristiano se abstuvieron y apenas 25 participantes estuvieron en contra de la moción presentada para observar y devolver el presupuesto. Como era previsible, la frágil mayoría con la que arrancó la presente legislatura tuvo una vida muy corta.

El gobierno, mantiene acercamientos con los bloques legislativos y conserva la esperanza de agotar todos los esfuerzos, antes de plantear la vía de la consulta popular, para preguntar directamente a los ecuatorianos cómo reactivar la economía nacional. Este proyecto de ley llega, en las peores circunstancias, al seno de una asamblea colmada de incertidumbres, cuestionamientos y descréditos. No es el mejor momento para la presidenta y para una de sus vicepresidentas.

Salvo honrosas excepciones, el poder legislativo está en decadencia. Al parecer, no son casos aislados los posibles diezmos, las glosas, los precios exagerados para alimentación y hasta el cobro de un porcentaje por el contrato de las máquinas de snacks y café.  Todo parece ser parte de un sistema de corrupción orquestado con vergonzosa naturalidad. En medio de denuncias e investigaciones, que deben llegar hasta la sanción o absolución de los implicados, el país espera de los asambleístas, un momento de patriotismo y lucidez. (O)

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