MEDICINA INTEGRATIVA ORIENTAL: Los “cólicos” menstruales / Klever Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

El denominado Síndrome de Tensión Premenstrual (STPM), es uno de los capítulos más controvertidos de la patología ginecológica, ya que sus manifestaciones son variadas, dispares, de sintomatología insidiosa, y diferente de unas mujeres a otras.

El oscurantismo, el secreto, y aún la culpa, han rodeado a la menstruación femenina. Las religiones, la concepción machista del mundo, y la ignorancia e incomprensión, han determinado que, hasta hace poco, el ciclo menstrual, se haya considerado únicamente, en su faceta de instrumento de la reproducción, sin atender a los signos y síntomas que se derivan de ella, y que hoy se concibe como un cuadro clínico, con sus causas, consecuencias y tratamiento.

Existen muchas hipótesis para explicarlo, si bien, no se sabe con exactitud. Hay teorías que hablan de una respuesta anormal del organismo a los niveles normales de hormonas ováricas, otras lo relacionan con deficiencias nutricionales de ácidos grasos esenciales, o bajos niveles de calcio y magnesio. Se han considerado también factores genéticos, culturales, psicológicos, y sociales, pero lo más plausible, es que el síndrome premenstrual esté determinado por la suma de factores físicos, psicológicos y sociales. No obstante, es interesante resaltar que, posiblemente, la respuesta hormonal sea un factor determinante, toda vez que el síndrome premenstrual, es padecido por mujeres de todas las culturas, y clases sociales, independientemente de situaciones económicas, nivel académico o situación geográfica. Se puede considerar como una enfermedad de origen fundamentalmente inflamatorio útero-pelviano de evolución cíclica, que suele experimentar una agravación progresiva con el tiempo, produciendo un compromiso sistémico en el que, básicamente, existiría una disfunción bioquímica importante en la síntesis de los mediadores inflamatorios involucrados en el fenómeno menstrual. Se ha señalado que las deficiencias de vitaminas, minerales y desequilibrios dietéticos pueden empeorar los síntomas, así como también influye la vida sedentaria, habiéndose observado un cierto alivio con la actividad física regular. Se ha señalado que un «stress” agregado constituye un factor importante en la agravación de este cuadro clínico.

Los cambios físicos más frecuentes son tensión mamaria, dolor abdominal, hinchazón en cara, abdomen y manos, dolor de cabeza, rigidez muscular, dolores, calambres abdominales, cambio del apetito, necesidad de ingerir dulces, estreñimiento o diarrea, palpitaciones, perturbaciones en el ritmo sueño-vigilia, cambios en el interés sexual, malestar difuso, migrañas, acné, urticaria, etc.  Cambios psíquicos como depresión, sentimiento de tristeza, cansancio, letargia o fatiga, intranquilidad, ánimo irritable, ansiedad, deseos incontrolables de llorar, dificultades en la concentración, torpeza, etc, etc. La Medicina Tradicional Oriental y en particular la Acupuntura con Moxibustión, hace que progresivamente desaparezca este síndrome mejorando generosa e inofensivamente la calidad de vida de las mujeres que viven esta pesadilla mensual.

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