MAYO ’68 / Hernán Castillo C.

Columnistas, Opinión

 

Hace medio siglo, nada menos, se dio lo que en la Historia Contemporánea se conoce como Mayo ’68 simplemente. “Seamos realistas, pidamos lo imposible” fue una de las exigencias que los universitarios de París enarbolaron ese mayo indeleble.

Charles de Gaulle, el presidente francés y su gobierno se vieron acorralados por un brote inesperado por sus propuestas y las dimensiones alcanzadas. Daniel Cohn-Bendit lideró la rebelión que se tomó los grandes bulevares parisinos como escenario del movimiento.

El pensamiento occidental de vanguardia no se quería anclar en un instante horizontal sin atisbos de cambio; se quería una revolución –ya no marxista- sino nacida de los nuevos cánones que los universitarios de entonces captaran de la dialéctica percibida desde el siglo veinte en su segunda postguerra. Querían cambios radicales a partir de su cuestionamiento al statuo quo instalado como sistema.

Exigían salidas revolucionarias a una sociedad inoculada bajo moldes estacionarios. Danielito el Pelirrojo, o sea Cohn-Bendit, se constituyó en el líder principal –no el único- del fenómeno parisino y bajo su batuta discurrieron semanas de un temblor sobre los estamentos políticos y un llamado social a cambiarlo todo.

Su estallido repercutió en universidades de España, Estados Unidos y México. (Meses después como efecto diríase directo del mayo parisino, los universitarios de Ciudad de México organizaron la revuelta en esa capital y la respuesta del gobierno de Díaz Ordaz fue la matanza de Tlaltelolco o Plaza de las Tres Culturas con 600 víctimas mortales. Díaz Ordaz jamás fue enjuiciado y menos sancionado por la masacre). En Ecuador los universitarios seguían las incidencias de París con especial denuedo e interés; en la Universidad Central –a la que nos debemos- los estudiantes nos solidarizamos con los seguidores de Daniel Cohn –Bendit y queríamos reformas que las creíamos universales.

El Mayo ’68 de París no cambió el mundo pero puso los hitos para hacerlo algún día… Quedaron y persisten muchas lecciones en el tablero de la política frente al sentir cuestionador estudiantil. Sus principios perviven en los escenarios del mundo contemporáneo y su filosofía teórica y de vida.

Pensar que para entonces en Ecuador por revolución se entendía implementación de cambios radicales tendientes a la justicia social; hoy ha degenerado en acomodo de grupos de vivarachos sin principios. (O)

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