La vida, una película / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

Con los altibajos propios, parece que la vida es una hermosa película donde nosotros somos los únicos directores y decidimos qué papel protagónico damos a cada persona, se presentan escenas llenas de amor, felicidad, gozo, buenas personas, así como también encontramos hechos de desamor, tristeza, frustración, temor, dudas, malas personas, pero mientras vivimos, a cada vicisitud, podemos darle el final que nosotros queramos. Sería un craso error darle el rol de actor principal a otras personas para que dirijan nuestra película, porque les estaremos otorgando la potestad de que ellos decidan por nosotros.

Aunque muchos somos de poca expresión física o verbal, afectivamente hablando, habrá que provocar escenas de amor, momentos que le den una buena esencia a nuestra película, un abrazo, una sonrisa, un te amo, un gesto de amor dado o recibido. Digámosles a nuestros padres, hermanos, abuelos, a nuestra pareja, a un ser querido: Te quiero, que bien se te ve hoy, démosles un abrazo sincero, regalemos buen humor y sonrisas, veremos así que el capítulo de hoy va dando forma a una película más vivible.

Bastará ser conscientes de los dolores físicos y emocionales que vemos a nuestro alrededor para enfocarnos en los pequeños grandes detalles que nos regala la vida, a veces escenas tan gratificantes que no quisiéramos que nunca terminen, nosotros somos los directores y actores principales, podemos darle este papel y compartir nuestra gracia con otras personas, darnos todo en el trabajo, dar cariño para recibirlo. Muchas veces hay actores que entran en nuestra película acompañándonos, dándonos un sabio consejo, que se alegran sinceramente de nuestro bienestar, dándonos fuerza e impulsando de cierta manera nuestra película, esas valen más que cualquier riqueza. Así mismo, hay gente tóxica, que siempre poseen una máscara, de crítica destructiva y que nos pagan mal, pues como directores podemos despedir de nuestra película a esos actores que son los villanos y que sabemos que no nos conviene.

A veces hay escenas de suspenso y parecen ser las mejores de nuestra película ya que es en ellas donde realmente nos encontramos con nosotros mismo y nos conocemos aún más. Nos planteamos: ¿Quién soy?, ¿Soy feliz?, ¿Estoy dando lo mejor de mí?, ¿Me arriesgo, doy ese paso?

Hay otras escenas que nos hacer valorar lo maravilloso de esta película de la vida, donde muchas veces nos dan ganas de abandonarlo todo, nos sentimos en la obscuridad y decimos: ¡No puede ser, por qué a mí, ya no tiene sentido seguir luchando! Pero luego vemos que todo pasa, ya que Dios, el dueño de nuestra película, nuca nos manda nada que no podamos resistir.

Cuando Tennessee Willians decía que “La vida es una obra bastante buena” debemos entender que en nuestra película son esenciales todos estos tipos de actores, de otro modo cómo tomarían forma las grandes lecciones que éstos nos otorgan para fortalecernos y hasta motivarnos ante las críticas destructivas.

Cuando hablamos de felicidad, el orgullo, la envidia, el resentimiento y el ego desaparecen, nos referimos a la película “La vida es bella” y es cuando en un viaje mental lleno de presentes y hermosos recuerdos, sacamos a la memoria de esas prisiones donde nos intentan envenenar los malos recuerdos cargados de ayer…estar vivo nunca será lo mismo que vivir…entonces: ¡Luces…cámara y acción…! (O)

 

Medicina Integrativa Oriental

Deja una respuesta