Más deuda / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

El Ecuador no pasa su mejor momento económico. La crisis casi generalizada en muchas zonas del mundo y la falta de decisiones políticas locales profundizan esta problemática. Para suplir la falta de recursos, el gobierno colocó 2.000 millones de dólares en bonos.

Esta noticia del ministerio de Economía y Finanzas despertó a los ecuatorianos la mañana del martes 24 de septiembre. El monto de la operación se dividió en dos partes. La primera suma alcanza los 600 millones a un plazo de cinco años y un interés del 7,87 por ciento. La segunda es de 1.400 millones, con un plazo de diez años, al 9,5 por ciento de interés.

A decir de las autoridades financieras, encabezadas por el ministro Richard Martínez, la transacción “fue exitosa”, porque la demanda alcanzó 2,4 veces el monto emitido, además era necesaria para cubrir el financiamiento programado, pero sólo hasta finales del presente año. Preocupa saber lo que sucederá después.

La deuda creció dramáticamente de 10 mil millones de dólares en el 2009 a 43 mil millones en 2017, cuando Rafael Correa entregó la presidencia a su heredero. Los dos años de “morenismo” han acentuado la crisis. Durante el primero, el endeudamiento subió casi seis mil millones de dólares y al cabo de dos años, hemos llegado a límites impensables, 55.000 millones en agosto de 2019. Esto significa más del 50 por ciento de nuestro Producto Interno Bruto, superando el límite legal que sólo permite llegar al 40 por ciento. Legalidad que ninguna autoridad respeta ni hace cumplir.

La colocación de bonos llegó apenas un día después que el Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió un informe favorable en la segunda revisión del programa económico del gobierno, tras haber recibido un crédito de 4.200 millones de dólares. Por lo visto, el préstamo del FMI no fue suficiente.

Entre la situación externa global y la falta de rumbo interno, la mayoría de ecuatorianos sufre la crisis en carne y hueso. Junto con la deuda externa crecen otras cosas: desempleo, informalidad, migración,… y la dolarización por ahora se mantiene con vida artificial. Ante este complejo futuro es urgente reinventarse como país, mirando atentos el destino de pueblos no muy lejanos que atraviesan momentos mucho peores: Argentina y Venezuela, por supuesto.

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