Maestro y alumno / Lic. Mario Mora Nieto

Columnistas, Opinión

 

Estamos viviendo un verdadero cambio en el sistema educativo nacional. Y esto ha provocado algunas modificaciones inevitables. Se ha producido un aumento de la educación en cantidad; pero, ¿se podrá decir lo mismo en cuanto a calidad?

Las deficiencias se han agudizado por la falta de instalaciones escolares adecuadas, de material didáctico y de personal habilitado suficiente. Sobre todo, hacinamiento de alumnos en las aulas (40 o más) ha provocado reclamos airados de maestros y padres de familia, en especial en algunos planteles fiscales.

Puede decirse que estas deficiencias siempre existieron, pero ahora se han agravado con el crecimiento de la población escolar en todos los niveles. Desgraciadamente, esto hace que muchas escuelas se transformen en máquinas de dar clase, volcándose hacia una insuficiente instrucción, con mínima preocupación por educar.

Por otra parte, los maestros ocupan gran parte de su tiempo en “llenar formularios” para cumplir con algunos requisitos dentro de la “planificación docente”.

Es necesario recalcar el papel protagónico del maestro en el proceso educativo dado que él mantiene contacto más prolongado, en la escuela, con el educando. Pesa fundamentalmente; es insustituible. Por más sofisticados que puedan ser los recursos didácticos modernos que recomiendan incluso las aulas virtuales, la presencia del maestro es vital. Es posible educar sólo con el profesor, puesto que él anima, da vida y sentido a toda organización escolar.

El profesor, sobre todo en la escuela media, desempeña un papel decisivo en la formación del adolescente, pues éste llega a dicho nivel de enseñanza en una época difícil de su vida, en plena crisis pubertaria, en creciente desenvolvimiento intelectual y con toda la esperanza de su espíritu crítico. Es la época en que las convicciones de orden social, moral, e incluso religioso, caen por tierra, desorientando al adolescente.

Entonces, éste necesita reconstruir su mundo de valores para poder actuar y participar de la vida social. De ahí la importancia del profesor de enseñanza media para ayudar al adolescente en la superación de sus problemas, a fin de llevarlo a reconciliarse con el mundo, armonizándolo con lo humano y con lo universal. El adolescente y, en general el educando, requiere por parte de su maestro, comprensión, afecto, justicia y, sobre todo, mucho amor.  (O)

 

Frase:

“El porvenir de la humanidad está en las manos del maestro”, Víctor Hugo. (O)

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