Los piratas del Caribe

Columnistas, Opinión

Todos conocemos las películas más famosas y el romanticismo que suele caracterizarlas. Piratas del Caribe ha contribuido a instalar una imagen casi heroica de personajes que, en la realidad histórica, fueron bandas criminales dedicadas al saqueo, el asesinato y la violencia organizada. Figuras como Captain Morgan, responsable de la destrucción de la ciudad de Panamá, hoy incluso dan nombre a productos comerciales ampliamente consumidos, como un famoso Ron por ejemplo. Del mismo modo, Francis Drake, pirata y corsario inglés, fue condecorado por la Corona británica tras sus ataques a colonias españolas entre 1577 y 1580, convirtiéndose en héroe nacional en Inglaterra. La historia, muchas veces, transforma el crimen en mito y la violencia en épica.

El 10 de diciembre, el ataque de fuerzas de Estados Unidos a un tanquero en aguas internacionales del Caribe plantea interrogantes inevitables: ¿puede considerarse este tipo de acción una forma contemporánea de piratería? ¿O puede considerarse como una alternativa para implementar procesos de seguridad internacional? Si bien el Derecho Internacional carece de un mecanismo obligatorio para cada país, sustentándose en principios como la autodeterminación de los pueblos y la no injerencia en asuntos internos de cada Estado, surge una pregunta central: ¿puede un Estado o un grupo de personas atacar embarcaciones en aguas internacionales sin consecuencias jurídicas claras? ¿Qué normas rigen estos hechos y qué instancias están llamadas a evaluarlos?

Dentro del propio escenario político estadounidense, incluso sectores del Partido Republicano han cuestionado el alcance de estas decisiones y el margen de atribuciones del presidente Donald Trump en materia internacional.. Paralelamente, la reacción del resto de los Estados y de los organismos multilaterales continúa siendo, en muchos casos, limitada y en otros como en el caso de Ecuador, de efusiva felicitación para el accionar de E.E.U.U.

Desde la otra orilla política, el presidente venezolano Nicolás Maduro —ampliamente cuestionado tanto a nivel interno como internacional— calificó la incautación del buque petrolero como “un acto de piratería internacional”. Más allá de la legitimidad o no de su liderazgo, la declaración vuelve a poner sobre la mesa un problema mayor: la fragilidad del orden jurídico internacional cuando los actores más poderosos deciden actuar unilateralmente, o simplemente no actuar. (O)

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