La cuaresma una gran oportunidad/ P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

La cuaresma, por otro lado, es una ocasión para entrar en una vida moral más honesta y recta. Somos caminantes con meta fija y es necesario que de cuando en cuando rectifiquemos nuestros pasos, corrijamos nuestros errores, rompamos con nuestra inoperancia y marquemos nuestros pasos sobre huellas ya dejadas por otro hombre que hizo nuestro camino y nos enseñó a caminar derechos, seguros y llenos de una esperanza segura de que sólo el que camina llega, que la marcha se hace al andar. Esto nos impulsa a aceptar nuestra ubicación en el mundo y aportar en su total liberación aportando el cumplimiento honesto de nuestras responsabilidades asumidas con la vida que es don precioso.

Finalmente la cuaresma es el tiempo oportuno, como llama Pablo de Tarso, para que eduquemos nuestro cuerpo, dominemos nuestras inclinaciones instintivas y debilitemos las fuerzas del mal que siempre nos dominan. Aquí es cuando el sacrificio, la mortificación adquieren su verdadero sentido ascético de formación de nuestra personalidad espiritual.

Cuando hayamos entendido el valor y el alcance de la cuaresma, la pascua que es fiesta de la vida, que es triunfo sobre el mal y la muerte se convierte en una dimensión esencial a la vida del cristiano. La vida humana tiene poco de cuaresma y mucho de pascua porque la vida es un permanente paso (eso quiere decir pascua) de las sombras a la luz, de la muerte a la vida. No podemos dejar pasar inadvertida la cuaresma cuando su coronación es algo grandioso que se llama Pascua de Resurrección.

Cuaresma suena, para muchos jóvenes, como algo extraño e incomprensible. En el mundo cristiano católico la cuaresma es un período de unos cuarenta días más o menos que preceden la celebración de la Pascua de Jesucristo. Es un período muy característico que sirve para “muchas cosas”. Quiero compartir unos tres pensamientos para que el joven cristiano tome en serio la cuaresma que ya nos introduce en su segunda semana.

La cuaresma es unja oportunidad para que todos nosotros reflexionemos sobre nuestro origen y nuestro destino. “En polvo eres y en polvo te convertirás”, del miércoles de ceniza nos pone frente a nuestro origen sencillo pero grandioso: “Dios nos hizo del limo de la tierra”, pero nos infundió un espíritu de eternidad y nobleza al hacernos a su imagen y semejanza. Igualmente nos vemos obligados a mirar con seriedad nuestro final que es la tierra húmeda del cementerio convertidos en polvo.

Un polvo que nos iguala a pobres y ricos, a poderosos y débiles. Seremos un polvo o un puñado de tierra que ansias de eternidad, pues con la muerte y resurrección de Cristo el camino cerrado de la muerte se nos abre y nosotros “al destruirse nuestro cuerpo terreno”, adquirimos un cuerpo inmortal que vive una eternidad dichosa si la muerte fue llena de buenos frutos. Ante este hecho sigue siendo importante no tanto los extremos de nuestra vida, sino la vida misma: ese espacio existencial entre los “dos polvos”, el de nuestro orígen y el de nuestro destino.

El compromiso de esta cuaresma es valorar la vida, saber que ella es la gran ocasión para mostrar nuestra grandeza y nuestro impulso a la eternidad. Misteriosamente seremos en la eternidad, lo que aquí en la tierra habremos labrado y sembrado. (O)

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