LA POLÍTICA PARTIDISTA, UNA ESPERANZA VANA / Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

En aproximadamente dos meses y medio nuestro país volverá a las urnas, esta vez para elegir nuevas autoridades locales y miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS).

Nuevamente nos veremos ante la situación de optar por alguno de los candidatos propuestos por las diferentes organizaciones políticas, lo cual de por sí constituye una apuesta riesgosa y casi siempre perdedora para la ciudadanía, pues bien sabemos que en la práctica nosotros no elegimos a los candidatos, sino que estamos obligados por ley a escoger algunos de los propuestos por dichas organizaciones.

Los malos resultados obtenidos tradicionalmente en las elecciones, debería llevarnos a analizar con mayor profundidad la forma del funcionamiento interno de los movimientos y partidos políticos en el Ecuador.

De hecho, lo primero que podemos decir al respecto, es que desde hace tiempo esas agrupaciones dejaron de servir al pueblo, para pasar más bien a servirse de él, convirtiéndose en auténticas empresas electoreras que funcionan en torno a quienes invierten en ellas con la simple intención de obtener réditos económicos, una vez que su candidato alcance determinada función de poder y tenga acceso a contrataciones generalmente millonarias.

Es de esta manera como se han constituido en la principal vía de corrupción en las entidades de gobierno, ya que estamos hablando de enormes cantidades de dinero que demandan ser recuperados con la mayor rentabilidad y en el menor tiempo posibles. Esto mismo, en muchos casos ha dado paso a capitales provenientes del narcotráfico.

Tampoco es la única vía a través de la cual se financian estas estructuras, pues es bien sabido que prácticamente en todos los casos, las listas de candidatos se conforman a partir de los aportes económicos que cada uno de los involucrados entrega para la campaña; lo cual les permite ser ubicado en el puesto correspondiente a su inversión y que también requerirá ser recuperada de manera rentable lo antes posible

Es probable que muchos lectores piensen que el costo de las campañas políticas se cubre con los fondos que el Tribunal Electoral entrega de nuestros impuestos a los movimientos y partidos políticos, pero en la práctica esos montos terminan siendo casi insignificantes ante el monto real que representa participar en cualquier lid electoral.   

A todo ello se suma el hecho de que una vez en el poder, hará falta transar con “dios y el diablo” la aprobación de leyes u ordenanzas municipales, lo cual tampoco estará exento de estos intereses que no son precisamente pensados en el bien ciudadano, sino en el beneficio de los grupos de poder que, por lo descrito más arriba se mantienen en él sin importar la ideología de quienes hayan sido elegidos.

En este contexto de cosas, cabe insistir que esperar algo bueno de la política partidista no es más que una esperanza vana.

Ante ello es urgente generar nuevas formas responsables de participación ciudadana que, alejadas de intereses mezquinos, brinden alternativas reales y efectivas de gobierno.

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