La política / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

De un tiempo a esta parte, mejor dicho toda la vida, existe una profunda crisis que asola al mundo occidental, a cada país en particular, a Ecuador por supuesto. Se aprecia una progresiva desafección de la ciudadanía en relacionarse con política. Aumenta la abstención en las urnas que llega a sobrepasar el cincuenta por ciento en los países donde votar no es obligatorio, es voluntario.

En este contexto se observa una crítica amarga contra esta actividad. Conviene mencionar, sin embargo, que hay muy pocas personas que están en la política para atender objetivamente el interés general, detalle que confirma la regla.

Así las cosas, con la ciudadanía reacia a participar, los partidos políticos deberían proceder a una razonable reforma de su organización o funcionamiento con el fin de abrirse a la sociedad, dar mayor presencia a la militancia y a los simpatizantes en la elección de los directorios, en la conformación del ideario político, en la selección de los candidatos a cargos públicos, en los procedimientos de rendición de cuentas de los responsables.

Si los partidos no se abren a la sociedad y no se ajustan a los valores y cualidades recomendados por la experiencia, irán deteriorándose todavía más. La política real seguirá privatizada y el mando en poder del grupo de privilegiados, que se aprovechan, y de qué manera, de la ausencia de canales reales de participación cívica.

Mientras tanto, las opciones extremas, aquellas que propician soluciones radicales, seguirán ganando adeptos.

Es hora de que los militantes reciban periódicamente de los responsables de altos cargos del gobierno, cumplida respuesta a sus inquietudes, a sus preguntas, de manera que la rendición de cuentas sea también un hábito en la vida partidaria.

Es hora de que las estructuras partidarias se abran a la realidad, que otras personas asuman nuevas responsabilidades. Si siempre, de una u otra manera, están los mismos al frente de la política, política concentrada en todos los poderes del Estado, políticos enriqueciéndose legal e ilegalmente, tomando decisiones sobre la vida o la muerte de los pueblos, la antipatía por los partidos políticos no tendría solución. (O)

 

 

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