La muerte de Ronald Opus 

Columnistas, Opinión

El 23 de marzo de 1994 Ronald Opus saltó desde lo alto de un edificio de diez pisos con la intención de suicidarse. Dejó una nota antes de lanzarse al vacío en la que indicaba sus razones. Durante la caída y pasando el noveno piso su vida se vio interrumpida por un disparo de escopeta que paso a través de la ventana y lo mató instantáneamente. 

La habitación desde donde salió el disparo había sido ocupada por un hombre mayor y su esposa. Mientras mantenían una fuerte discusión, él la amenazó con la escopeta. El hombre estaba tan disgustado que cuando apretó el gatillo, un montón de perdigones de bala atravesaron la ventana y se alojaron en la cabeza del tipo que se encontraba en plena caída. 

Cuando el anciano fue acusado de homicidio, él y su esposa dijeron que pensaban que la escopeta estaba descargada, que era una vieja costumbre del viejo amenazar a su esposa con el arma descargada y que nunca tuvo la intención de matarla. 

La investigación posterior reveló, según versiones de un testigo, que el hijo de la pareja había sido visto cargando la escopeta unas semanas antes del fatal accidente. Aparentemente la anciana había quitado el apoyo financiero a su hijo y este, sabiendo de la propensión del viejo a apuntarle a su madre, cargó el arma con la esperanza de que su padre matara a su madre. 

Y aquí viene el toque exquisito, investigaciones posteriores revelaron que el hijo era, de hecho, Ronald Opus. Se había deprimido tanto por el intento de asesinato de su madre que esto lo llevó a lanzarse, solo para ser asesinado por un disparo de su padre justo el momento que atravesaba la ventana del piso nueve. 

Bueno, ahora que seguro se quedó de una sola pieza por tan extravagante historia, debo decirle que es ficción y que la suelen usar los profesores de derecho para analizar con los estudiantes si la muerte de Opus finalmente terminó siendo suicidio u homicidio. 

No obstante y pese a ser una interesante inventiva académica, existen historias de la vida real que son igual o más estrambóticas que la muerte de Opus, como la de Pabel Muñoz, por ejemplo, que en calidad de alcalde de Quito hizo campaña política a favor de sus coidearios correístas incurriendo en infracción electoral grave tipificada en el artículo 278 del Código de la Democracia que prohíbe a los servidores públicos que, en ejercicio de sus funciones, induzcan el voto a favor de determinada preferencia electoral. 

Lo atrevido, audaz y bizarro de esta historia es que con videos que lo demuestran, con el Ecuador entero de testigo y con la ley clarísima, él lo niega descaradamente. Pregunto: Siendo todo tan evidente e inequívoco, ¿se puede ser tan sinvergüenza para convertir un hecho comprobado en una mentira falaz y ridícula?, pues, los correístas nos muestran a diario que sí.  (O)

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