La investigación de archivos en la producción bibliográfica centroandina (1) / Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión

La invitación por parte del Archivo Nacional del Ecuador a intercambiar ideales con contertulios de Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja, es motivante para mí, como Cronista Oficial de Ambato. Mi apego a estas fuentes primarias me ha llevado a desempeñar el encargo honorífico de escribir y publicar temas variados que han servido para esclarecer nuestra historia sectorial. Además, creo que, haber estudiado la paleografía y realizado estudios de posgrado en el ámbito de la lingüística, la semiótica y las lenguas indígenas, me habían capacitado con las herramientas para enfrentar una pasión que se ha ido convirtiendo en una mágica realidad. Lo de las remuneraciones y la lucha contra el sistema académico y burocrático, realmente no sé cómo mismo lo he ido superando. Me apena la falta de sensibilidad de las autoridades frente a la cultura. Hoy mismo mi designación de Cronista es ad-honorem. La municipalidad, después de 10 años de reclamos recién (2021) se me ha asignado un espacio que se llama oficina, la cual se reduce a un escritorio y cuatro sillas, sin más presupuesto. El producto, en 10 años de designación, en cambio va por unos 100 títulos  que los he ido publicando en folletos y libros de buen aliento, y con el estímulo de premios obtenidos por los productos de estas investigaciones y el respaldo de lectores que empezaron a darse cuenta que, otra historia es la que yo les estaba contando, extraída de los silencios. En este aspecto, mi ventana periodística en artículos semanales, infaltables desde 1976, en el diario ambateño El Heraldo, han sido mis aliados. Claro, con los tiempos, también otros medios nacionales e internacionales, han acogido mis “novedades” y se ha ido fortaleciendo la curiosidad de saber lo que guardan los archivos.

La práctica me ha ido permitiendo soltura y discriminación de las letras coloniales guardadas en los legajos notariales: escrituras de tierras, testamentos, juicios civiles y criminales, poderes, nombramientos de funcionarios, actas de nacimientos y defunciones, etc. Saber que al asiento de Jambato llegaban escribanos de poca formación es cosa de contrastar con las letras y redacciones de escribanos de Quito, de Bogotá o Lima. A los pueblos no van los mejores letrados.  Dicho esto, puntualizo que mi peregrinación se ha dado por archivos como el General de la Nación en Bogotá, Popayán, Quito, Ambato, Riobamba, Alausí; así como archivos eclesiásticos y civiles. Últimamente, la digitalización y la tecnología nos dan acceso a archivos de todo el mundo. De estos he tomado temas que me han llamado la atención y he tenido la oportunidad de realizar “hallazgos” de documentos dentro de expedientes que a veces tienen otras fechas o que están cosidos en legajos diversos.

Voy a ir relatando sobre este particular y a ir señalando los resultados de mis publicaciones:

1.- El primer gran hallazgo en 1987 fue la ubicación del “Creación de la Villa de San Juan de Hambato” 1743 -1760, en Bogotá. El producto fue la publicación de la transcripción paleográfica: Proceso de la Creación de la Villa de San Juan de Hambato 1.743 – 1.760Ed. Pío XII, Ambato, 1.989. Esto gracias a un auspicio del Banco del Pichincha. Este trabajo que no lo disponía Ambato, tiene numeración de 882 folios y contiene todo el expediente que incluye solicitudes hasta de indígenas, pidiendo la erección de Ambato en Villa. Ambato tenía un par de folios al respecto que se puede contrastar en el llamado Libro Rojo, que más habla de los terremotos y  distribución de solares. El trabajo merece urgente edición actualizada. Conseguí en esa época traer un micro filme. El municipio de Ambato de la época, dijo que lo publicaría transformándolo en libro. El resultado es la inoperancia porque nunca se cumplió, razón por la cual lo hizo en edición sencilla el referido Banco. (Fragmento de intervención por el Día de los Archivos,9 junio). (O)

Deja una respuesta