La filosofía de la falacia / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión


Desde hace casi dos décadas, más que nunca, se ha ido, paulatinamente, en Latinoamérica esparciendo, hasta actualmente reinar, el resentimiento y la envidia. Mucha gente odia y siente resentimiento contra el emprendedor micro o macro empresario q llegó en base a sus esfuerzos diarios trabajando, a veces, los 365 días del año, que empezaron desde abajo, que se esforzaron muchos años, a veces sin comer, pasando muchas malas noches estudiando y que con mucho mérito propio llegan a tener, pero, curiosamente, no sienten lo mismo contra quien lo hizo robando fondos públicos, todo lo contrario, a ese lo eligen para que gobierne y redistribuya la riqueza del que trabajó duro para lograrla. Se trata de una nueva forma de esclavizar a una sociedad de bajos recursos, con la gran mentira de la igualdad, de una falsa justicia social, mientras unos pocos se reparten lo que nunca han trabajado, a los desprotegidos les reparten miseria, y se convierten en dictadores y millonarios con el capital de las naciones afectadas e “infectadas”. Con la filosofía de la falacia, la mentira, el robo, de la corrupción, se enriquecen unos tantos miles, se elevan los ingresos de otros tantos miles y les quita el razonamiento a cuantos millones.

El que trabaja con su propio esfuerzo, come, vive y está con la conciencia tranquila con cualquier gobierno truhan, mientras que quienes «lactan» y saquean los impuestos y aportaciones del honesto emprendedor siempre reclaman y protestan para mantener su disfraz de defensor de quienes desdichadamente son fieles seguidores y dirán que todo es mentira…Siempre tuercen su mensaje de manipulación invitando a ser pobre, hablan de humildad y caridad mientras viven como potentados.

¿Será que siempre estarán los malos dilapidando las riquezas de los pueblos, destruyendo, acabando el mundo y nosotros sin avizorar solución trémulos e impotentes asistimos a sus sainetes de noticieros, sus guerras de quien se adueña del dinero estatal provocando crisis económicas y sociales, generando intencionales enfrentamientos entre quienes ni siquiera les importa cómo estén? Muchos sólo calmamos nuestra frustración e indignación compartiendo publicaciones en las redes sociales, pero no pasa nada…no sabemos a dónde irán a parar las economías de Latinoamérica.

El fanatismo, ya sea religioso o politiquero, es una enfermedad casi incurable, pues se caracteriza por ser apasionadamente irracional, extremista al punto que le convierte al ser humano en un idiota que endiosa a su líder, un «sapísimo» avivato aprovechador del cerebro emocional de los necesitados que son ricos en fe y esperanza y de los jóvenes que lógicamente quieren cambiar el mundo de la noche a la mañana, que tienen rebeldía, que la sangre les hierve y quieren luchar ante las desigualdades, sin percatarse que en la lucha por la igualdad se pierde la libertad y después nunca hay igualdad entre los no libres. Como resultado del fanatismo, ignorancia y resentimiento social que cultivan en la gente, les especializan en el uso de la violencia como método para imponer sus ideas. Nada más miedoso que el fanatismo y el embrutecimiento que produce. Es el símbolo de la ignorancia que hará la insignia, el emblema de los pueblos, y causará, indefectiblemente y para siempre, su abatimiento, su ruina y su miseria. (O)

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