La enfermedad del apuro II / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

La enfermedad del apuro II / Kléver Silva Zaldumbide

Avanzan los años y, con espeluznante velocidad, también los adelantos tecnológicos con nuevos aparatos que casi damos por sentado que sin ellos ya no podemos desenvolvernos: microondas, secadores-planchadores de ropa, lavaplatos, máquinas que lavan y enceran el automóvil, aspiradoras robóticas, controles de casi todo con redes inalámbricas de radiofrecuencia, inteligencia artificial con comandos de voz para muchas actividades del hogar, correos electrónicos, multivideo chats, traductores inmediatos de voz, aplicaciones en celulares para servicio a domicilio de belleza, entrega de medicinas, alimentos, transporte puerta a puerta, entre muchos otros. Todos estos ahorradores de tiempo están, supuestamente, destinados a darnos más tiempo libre y de ocio (descanso y relajación), pero desafortunada e irónicamente, con todas estas maravillas, cada vez tenemos menos tiempo libre. 

Podemos tratar de mantener la vida a una velocidad vertiginosa, pero tarde o temprano, física, mental y/o emocionalmente nos desmoronaremos. Nuestros cuerpos y mentes no están destinados a soportar estrés continuo. Si nuestro “botón de pánico” cerebral está frecuentemente activado, la presión sanguínea, la glucosa aumenta, y si permanecen elevados junto la hormona del estrés el cortisol, que deprime el sistema inmunológico aparecerá un gran abanico de enfermedades. Sumemos a ello que cada vez somos más irritables, menos tolerantes, experimentando mayores índices de maldad que a veces hasta lloramos de frustración, agobio o agotamiento.

Pero ¿Cómo saber si sufrimos de la enfermedad del apuro ya sea ocasional o crónicamente?

¿Sentimos que siempre estamos estresados, nos preocupamos innecesariamente por el futuro, estamos ansiosos y siempre tenemos muchas ganas de irnos y no podemos estar quietos? Encuestas mundiales revelan que la gran mayoría sienten que cada año están más ocupados que el año anterior.

¿Almorzamos en nuestro escritorio mientras revisamos los correos electrónicos o hablamos por teléfono ya es un síntoma? ¿Hacemos otra cosa durante las llamadas telefónicas o video-conferencias, e incluso mientras nos lavamos los dientes? Todos nos encontramos con multitareas de vez en cuando, pero ¿qué hay de interrumpir habitualmente a alguien que está hablando, o que siempre se siente frustrado en una cola para pagar o en el tráfico, incluso cuando estamos circulando sin problemas? Cuando calentamos algo en el microondas durante 30 segundos, ¿sentimos la necesidad de encontrar otra cosa que hacer mientras esperamos ese tiempo? Un signo seguro es presionar repetidamente el botón de la puerta de un ascensor, muchas veces, esos botones no están conectados a nada que no sea un foco, son lo que se llama un ‘placebo mecánico’, pero incluso si trabajaran, ¿cuánto tiempo ahorraríamos? ¿5 segundos? Pero para los apurados, 5 segundos pueden parecer eternos. Aproximadamente el 90% de los gerentes que algunos psicobiologos han estudiado en los últimos años, padecen la dolencia, definida como la necesidad constante de hacer más, más rápido, incluso cuando no hay una razón objetiva para estar en tales prisas. 

Estamos perdiendo la capacidad de pausar y pensar, de trabajar más inteligentemente en lugar de trabajar más duro, de hecho, personas más reflexivas, y quizás menos «trabajadoras «, obtienen mejores puestos de trabajo. (O)

Medicina integrativa oriental 

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