La crisis en bicicleta /Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



Recuerdo cuando de muchachos andábamos a mil con la bicicleta de arriba para abajo. Algo había en varias de ellas que las hacían especiales, únicas, mágicas. El dínamo, ese aparato que en forma de pequeña botella de metal rozaba su extremo más angosto con la cara interna de la llanta delantera haciendo que un faro encendiera su luz mientras uno pedaleaba. A medida que se pedaleaba con más fuerza, la luz se volvía más brillante, y cuando se dejaba de hacerlo, la luz del faro se iba opacando hasta apagarse completamente cuando la bicicleta dejaba de moverse. Más tarde entendí su ingeniosa estructura interna: la de un imán que genera electromagnetismo mediante energía mecánica para transformarla en energía eléctrica.

Es obvio que el Ecuador está viviendo la crisis económica, social y de salud más grande de su historia producto de la pandemia mundial del COVID-19. Nunca antes, como ahora, hemos llegado a extremos tan dramáticos y alarmantes en estas tres verticales simultáneamente. Y por tanto, la respuesta del gobierno para frenar las consecuencias (en los tres frentes) también debió haber sido original, creativa, atrevida, única y sin precedentes. Pero vemos que apuntó a lo mismo de siempre: más impuestos.

La empresa privada es como el conductor de la bicicleta que pedalea y da impulso para que el dínamo (la economía) genere energía y la transforme en luz (trabajo y mejor nivel de vida).

Ahora la bicicleta (Estado) está en una subida muy empinada; el conductor exhausto y sin fuerzas se ha bajado de ella y sosteniéndola camina muy lentamente. El dínamo se apagó. Necesita urgentemente hidratarse, apoyo emocional, potasio y no obtiene nada de nadie. Se desespera y está a punto de tirar la toalla. Por ahí la voz del coach dice: “vamos a salir adelante, tienes que aportar con más impuestos” entonces desfallece, ya no da más, se sienta a acariciar sus calambres.

La idea es simple y obvia: ofrecerle al ciclista la energía suficiente en el momento oportuno para que siga pedaleando. Punto. ¿Cómo se la damos? Esa es una estrategia de un buen DT. En circunstancias extremas, medidas extremas: habrá que modificar la cadena, mejorar la sincronía de los cambios, reemplazar llantas, incluso cambiar la bici si es necesario, etc., entonces el pedalista, si tiene que dar más, seguro lo hará con gusto porque se siente comprometido y respaldado.

Un buen coach, sí, debería exigir más esfuerzo, pero a la vez asistir técnicamente, que sienta el ciclista que no está solo. El presidente Moreno ha dejado solos a los ciclistas que trepen la cuesta. Debe buscar urgentes mecanismos creativos y sin precedentes para no abandonarlos. Ellos son el verdadero y único motor que mueve el dínamo que enciende la luz.

mariofernandobarona@gmail.com

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