Jueces de vanguardia/ Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Los jueces del Tribunal Supremo de los Estados Unidos no son de aquellos que se dejan arrinconar por la opinión pública interesada, los presidentes de la república y las mayorías legislativas. Hace dos semanas, por mayoría, dejaron sin vigor la sentencia Roe v Wade, de 1973, con la que la Corte Suprema reconoció el derecho constitucional al aborto. No se inmutaron ante las invectivas de Biden, las amenazas de los congresistas y senadores demócratas y la vocinglería de las redes sociales. Por el contrario, emitieron otras sentencias trascendentales para proteger los derechos de la Primera y Segunda Enmiendas, esto es, la libertad religiosa y el porte de armas. Inclusive, redujeron los controles burocráticos sobre el cambio climático.

Los jueces del Tribunal Supremo son sólo nueve y desempeñan sus cargos ad viten. Si bien unos cinco tienen una orientación conservadora, la mayor parte de sentencias se adoptan por unanimidad o con más de seis votos. En la suficiente y ejemplar motivación o justificación de los fallos está la razón del por qué ese Tribunal es considerado el más importante de la tierra. 

La explicación que ofrecieron sobre el entierro de la sentencia Roe v Wade fue que el derecho al aborto no está en el catálogo de derechos constitucionales, por lo que era necesario corregir la equivocación de los jueces de 1973. De ese modo, autorizaron a los estados para que decidan, democráticamente, si permiten o no el aborto. En definitiva, dijeron que no habían prohibido el aborto, pues, su existencia dependía de lo que cada estado de la Unión Americana resolviera, sin necesidad de sentencias. 

En el Ecuador son pocos los jueces que actúan cobijados por la Constitución y las leyes. La mayoría se rinde a las amenazas y las presiones del poder. Son alarmantes las  grabaciones difundidas recientemente en las que se observa a funcionarios judiciales presionando a jueces. La sorpresiva suspensión del Presidente de la Corte Suprema, sin declaración judicial alguna que la avalara, fue, en su momento, una potente señal de mando de quienes detentaban poder político en la Función Judicial. Con el retorno del Presidente Saquicela, en medio del aplauso de los demás jueces de la Corte, algún alivio debió sentirse en los tribunales del país.

Por lo pronto, sólo la Corte Constitucional luce con la independencia y la fuerza jurídica para asegurar que prevalezcan la Constitución y los derechos.

Deja una respuesta