Informalidad / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión


Las últimas horas del año 2019 los vendedores informales impusieron su voluntad sobre las autoridades de control, quienes finalmente decidieron retirarse de la escena. Esta jornada finalizó con una cantidad de basura pocas veces vista en la calle Cevallos y sus alrededores.

La informalidad es un problema sin solución. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), publicó la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) en septiembre del año pasado. Cabe señalar que este fue el último reporte oficial.

De acuerdo al INEC, el desempleo en el Ecuador alcanzó su cifra más alta de los tres últimos años, ubicándose en el 4,9% del total de personas con la capacidad de trabajar. El empleo adecuado se situó en el 38,5% y el subempleo ascendió al 19,7%. La tasa de “otro empleo no pleno” fue del 25,9% y el empleo no remunerado llegó al 10,4%.

Estas cifras son alarmantes. Además del notable incremento del desempleo, los porcentajes de trabajadores informales y formales son casi idénticos. Entre los ecuatorianos que trabajan, el 46,5% pertenece al sector formal y el 46,7% al informal. Mientras que el 6,8% restante representa al trabajo doméstico y a los no clasificados.

En estas condiciones, no es extraño que muchos vendedores nacionales y extranjeros ocupen veredas, parterres, parques y calles para realizar su negocio, asociándose espontáneamente para burlar o responder con violencia a los operativos de la policía nacional y municipal.

La ocupación de espacios no permitidos causa insalubridad, desorden, congestión vehicular, ruido e inseguridad. Pero no son los únicos problemas. La informalidad es atrayente por la diferencia en los precios. Los vendedores ambulantes, al margen del pago de impuestos, arriendos, tasas municipales, etc. pueden ofrecer los mismos productos de los vendedores formales, pero a menor precio.

Si bien, muchos ciudadanos defienden este comercio, debe quedar claro que, la competencia desleal y el perjuicio al Estado y a los municipios convierte esta actividad en ilegal. No es fácil tratar el problema y es necesario buscar soluciones duraderas, que vayan más allá de la colocación de vallas alrededor de los mercados. En lo que toca al gobierno nacional, el porcentaje de informales disminuirá con la aplicación de una verdadera reforma laboral, que promueva la creación de nuevos empleos. Esto todavía está pendiente. (O)

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