HAY VIVOS QUE ESTÁN MUERTOS Y MUERTOS QUE ESTÁN VIVOS / Edison Narváez Z.

Columnistas, Opinión

Durante miles de años el fuerte dominaba al débil, era en la Edad de Piedra; luego vino la edad del Hierro y el más fuerte continuó dominando al más débil, miles de años después vino la Edad Dorada y fue el más rico que dominaba al más débil, sin embargo, el mundo ha ido cambiando, el hombre aprendió que el objetivo de su existencia es el desarrollo, que la vida es dinámica, no estática, la vida nunca permanece inmóvil. Ciertamente, cuando nos estancamos morimos, acordémonos de los grandes dinosaurios de la era prehistórica, que siendo tan grandes y tan fuertes han desaparecido, no supieron hacer frente a las situaciones cambiantes, permanecieron inmóviles hasta que la vida que los rodeaba les dio la espalda. De la misma manera los grandes imperios como Egipto y Roma perecieron cuando dejaron de crecer, evidentemente dejar de crecer es morir.

Hoy, en pleno siglo 21 nos encontramos en una nueva era, que es la Edad Mental, de hecho los efectos que obtenemos de la mente dependen de la manera en la cual la usamos. Dentro de este contexto, los seres humanos en todo momento estamos conversando con nosotros mismos; éste diálogo interno permanente tiene un gran impacto en nuestras vidas, y nos permite ver el mundo externo de acuerdo a nuestros pensamientos, dicho de otra manera si nuestros pensamientos son negativos entonces nuestro mundo externo es negativo, si creemos que somos inútiles entonces no vamos a progresar.

En tal virtud debemos evitar que en nuestro diálogo interno predominen los pensamientos negativos: “Yo no puedo”, “Yo no sirvo”, “Yo no soy capaz”, “Yo no merezco”; este tipo de diálogo condiciona nuestro mundo y nos genera una realidad limitante. Y empezamos a morir estando vivos.

El hecho de mejorar nuestro diálogo interno significa convertirlo en positivo y optimista, el cerebro graba estos pensamientos, cuando el cerebro ve hacer algo bueno o malo, genera una semilla que crece generando los pensamientos dominantes, es decir que si yo me veo a mi mismo siempre tratando a las personas con amor, voy a creer que eso es lo normal en el mundo y voy a tener amor. El poder de ser lo que quieres ser, de tener lo que anhelas, vive dentro de ti.

Ciertamente hay vivos que están muertos y muertos que están vivos

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