GUARDAMETAS Y POLÍTICOS / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

Si usted es el portero de un equipo de futbol y debe atajar un penalti, qué haría, sabiendo de antemano que tiene tan solo dos décimas de segundo para reaccionar: ¿lanzarse a la izquierda, lanzarse a la derecha o quedarse quieto? A lo mejor se arrojaría a cualquier lado, pero seguro no va a mantenerse inmóvil, hacerlo equivaldría a no hacer nada.

Un estudio realizado por el reputado profesor Ofer Azar, especializado en la toma de decisiones de la Universidad Ben Gurion en Israel -y cuyo apellido evidencia lo irónica que puede ser la vida-, concluye que en el caso de un arquero que enfrenta a un tirador, la mejor estrategia es no hacer absolutamente nada y quedarse quieto, ya que ello maximiza sus probabilidades de atajarlo en un 33,3% contra el 14,2% si se lanza a la izquierda y el 12,6% si lo hace a la derecha; no obstante, el estudio afirma además que los goleros suelen quedarse en el centro solo el 6,3% de las veces. ¿Por qué? Por lo que se conoce como “castigo a la inmovilidad” que es cuando el guardameta que se queda parado y recibe un gol es tachado enseguida de inepto o torpe: debe moverse, hacer notar que al menos lo intentó.

Si el tema es moverse, lanzarse, hacer algo (y también todo lo contrario) la clase política tiene mucho que aportar. Se lo explico con dos grupos de asambleístas; el primero -muy bien identificado- son los que se tiran a la izquierda, a la derecha, se cuelgan del travesaño y arrancan con los dientes la lona del arco con el único fin de llamar la atención y evitar el castigo a la inmovilidad. Aparecen como eufóricos actores políticos que a viva voz aconsejan “robar bien” o que defienden con uñas y dientes a delincuentes, prófugos y narcotraficantes. Sí, se mueven con gritos, drama y show incluido, pero definitivamente no atajan una.

Los integrantes del segundo grupo -la mayoría, en realidad- dada su completa incapacidad e incompetencia sí reciben el castigo a la inmovilidad a través del anonimato. Saben perfectamente que si se mueven lo hacen solo para ir al baño y/o para cobrar sus haberes (algunos ni para lo primero), pero no les importa, mas bien estos ilustres desconocidos seguro estarán contentos de saberse ineptos y padres de la patria a la vez. Por su parsimonia, a este tipo de asambleístas les hacen los goles por las galletas.

Como vemos, muchos políticos actúan como guardapalos frente a un penalti ya sea estirándose por los cielos o sembrándose como estacas, sin embargo, para el buen político lo único que cuenta es la decencia que no requiere de argucias móviles o inmóviles para hacer bien las cosas.

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