FRACASO SOCIAL

Columnistas

Dolor profundo que nunca se curará”, así se refería un familiar de la estudiante que fue víctima de femicidio por sus compañeros y amigos. El macabro cuadro social que mostraron es inimaginable; y no es el destino, sino el camino equivocado en que se encontraban sumidos. Estos jóvenes mayores de edad; no eran gente cualquiera, eran estudiantes universitarios con rango alto de raciocinio; con las ideas y sueños de una profesión que les trajo hasta Ambato para estudiar; pero sus vicios se los impidieron.

Este atroz caso, muestra el fracaso social en la formación de niños y jóvenes en los hogares. Los padres han renunciado a cumplir con su rol; el esquema mental de excesiva permisibilidad elimina el respeto, sobrepasa los límites de autoridad; la desobediencia a la regla y normas sobresalen en niños berrinchudos y jóvenes egocéntricos. “Pero si eran unos jóvenes normales, tranquilos, quién va a creer lo que hicieron”. La gente piensa que este hecho, por sus funestas características, solo suceden entre bandas de delincuentes, alcohólicos o drogadictos. Este crimen no es un accidente, es producto de una vida de libertades equivocadas, sin control ni guía paternal; solos, sucumbieron a los peligros mundanos que, habrán comenzado en las reuniones sociales, donde el alcohol es invitado preferido y el descontrol lleva a probar más de una “cosa”.

Nadie les señala, ni les culpan o los avergüenzan. Son sus propias acciones, la elección de la forma de vida que adoptaron; los hábitos adquiridos ante la lejanía familiar. Este es un fracaso social y moral, porque se permite que niños y jóvenes se encierren en sus caprichos, burlándose del control parental. Se deja que las redes sociales disfracen su realidad; que los videojuegos les llenen de violencia y dicen desconocer que consumen alcohol a tempranas edades, cuando permiten asistir a reuniones sociales donde el amigo, pana, body; “el acolite” sustituye a la familia ausente.

Quienes hemos estudiado lejos y tenemos hijos en situaciones similares, sabemos que los males sociales acechan en soledad como terrible y mala consejera. Al ser dependientes del medio social en el cual nos desarrollamos, vivir al margen es un gravísimo error; es imposible vivir en soledad y ser feliz, porque la convivencia es una necesidad. Por eso es que el consejo del padre o de la madre, nunca va a estar de más. Si falla la familia, lo demás es un parche, un acomodo y justificación a su irresponsabilidad social.

​La paradoja de hoy es evidente. Seguimos proclamando esa muletilla que «la familia es la base de la sociedad», mientras los datos muestran un deterioro de esa base en nuestro país, y, creo que en el mundo. El discurso no coincide con la práctica. Y en medio de esa contradicción, la pregunta incómoda es: ¿qué pasará con nuestra estructura social si la familia tradicional se vuelve irrelevante o insostenible? Revista Forbes Ecuador. (05-2025)

Es hora de asumir el coraje de recuperar el rol de la familia. De lo contrario, seguiremos produciendo y enterrando tragedias.

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