Fiesta de inocentes / Jéssica Torres Lescano

Columnistas, Opinión

La fiesta como objeto de investigación puede ser la puerta de entrada para entender la dinámica social de una población. En el tiempo festivo se hacen más evidentes las complejas pero ricas relaciones en los lazos sociales. Esto porque la fiesta está cargada de expresiones y manifestaciones simbólicas y profundas; personajes y acontecimientos que son representados y “dependen de la pluridad y heterogeneidad social, lingüística, étnica y cultural de los pueblos y sociedades” (Pereira Valarezo 2004, 2)

Desde esta perspectiva, el objetivo de este artículo es realizar un breve recorrido sobre la fiesta de los inocentes en Ambato durante el siglo XX. Esta fiesta que es catalogada por José Pereira Valarezo (2004) en la categoría de celebraciones religiosas en honor a los santos inocentes (23, 24). Como bien se sabe, la fiesta recuerda la matanza a los niños menores de dos años que nacieron en Belén ordenada por el rey Herodes I el Grande.

Resulta novedosa la trasformación de este hecho luctuoso hacia la celebración de actos festivos durante toda una temporada que inicia el 28 de diciembre y finaliza el 6 de enero. Estas fiestas se producían en espacios de recurrencia masiva como los cafés, las plazas de toros, las asociaciones, los clubes, las villas, entre otros. Asimismo, en no pocas ocasiones se solicitaba el uso de máscaras o disfraces como estricto derecho de admisión. Para amenizar el momento festivo, se invitaban a las mejores orquestas locales y nacionales. Por ejemplo, un anuncio de la revista Amazonía del 27 de diciembre de 1936 señala que:

 “¿Desea divertirse? Pues la cosa es sencilla, concurra a la Plaza de Toros Abril en los días de Inocentes y quedará descongestionado de sus fatigas cotidianas. Con este fin el propietario ha contratado las mejores bandas de música y orquestas de la Provincia. –Esmerado servicio de licores, refrescos, sándwiches, etc.- no desperdicie la ocasión– diviértase para vivir y viva para divertirse: Grandes bailes de máscaras en la Plaza Abril”

En otras fuentes escritas es posible ver a la fiesta de los inocentes como un mecanismo de recolección de grandes sumas de dinero para el beneficio de las instituciones organizadoras. Por ejemplo, en el informe anual de la Asociación de Empleados de Tungurahua se expone un “baile de máscaras:  a iniciativa del señor asentista del Casino, se llevaron a cabo los bailes de máscaras, en la tradicional fiesta de Inocentes. Hubo mucha concurrencia y entusiasmo y aparte de esto rindió para la caja institucional una suma nada despreciable” (1938-1939, 5).

Revisando las fuentes de la segunda mitad del siglo XX nos encontramos con prácticas festivas similares. En el café Lucera se promociona “un gran baile de inocentes” con la presencia de la orquesta Estambul Jazz (El Heraldo, 6 de enero de 1964). Anuncios como estos abundan en los documentos escritos del siglo XX evidenciando la presencia de estos momentos de entretenimiento combinados con fines comerciales. (O)

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