El Gatopardo / Esteban Torres Cobo

Columnistas, Opinión

La magistral y única novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, El Gatopardo, es un bálsamo atemporal en periodos de cambios inesperados, pandemias y guerras. Célebre texto del que se acuñó el término “gatopardismo” para describir aquello en donde se busca que todo cambie para que, en el fondo, siga igual.

El quid de la novela parte precisamente del diálogo del agitado y conquistador sobrino del gran príncipe Don Fabrizio de Casa Salina, Tancredi, cuando le anuncia a su tío que se alista en el ejército revolucionario de Garibaldi para pelear por la naciente república luego del desembarco de los rebeldes. Él, un aristoćrata de la clase dominante y feudal de Sicilia, le dice a su tío que “si nosotros no participamos también, esos tipos son capaces de encajarnos la república. Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”. Y tras esa lógica avanza la novela donde se retrata precisamente la gran figura del príncipe de antaño: el Gatopardo.

Durante sus últimos años el príncipe ve con prudencia como se dan los cambios en su entorno mientras cuida lo que es suyo y busca la prolongación de un legado que carga desde generaciones con altura y justicia.

De una potencia apabullante, sin embargo, resulta el penúltimo capítulo de la obra donde se relatan los últimos momentos del imponente príncipe y su muerte. Recomendable para cualquier generación, joven y adulta.

Envuelto en una manta en el balcón hotel Trinacria, y ya sientiéndose cerca del final, el príncipe tiene sus últimas reflexiones y recuerdos. No encuentra entre sus hijos la prolongación de su nombre y su legado entre tantos cambios. Se siente en el fondo como el único de su linaje. Lampedusa es lapidario: “el último Salina era él”, sentencia. “El escuálido gigante en aquel momento agonizaba en el balcón de un hotel. Porque un linaje noble solo existe mientras perduran las tradiciones, mientras se mantienen vivos los recuerdos; y él era el único que tenía recuerdos originales, distintos de los que se conservaban en otras familias.” Una novela para la posteridad.

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