La noche vieja / Luis Alfredo Silva Zambrano

Columnistas, Opinión


Llaman en otros países, a lo que nosotros denominamos año viejo. No sabemos, cuando apareció la costumbre de despedir, al año que termina, con la quema de un monigote; muchos manifiestan, que era para que se acabe los problemas, decepciones, fracasos sucedidos, en el año viejo y para recibir un año nuevo renovado.

El año, es una medida de tiempo, que equivale a lo que demora, el planeta Tierra, en dar una vuelta completa alrededor del sol; en consecuencia, no es el año que viene, el que nos va a cambiar la vida, el que va a forjar nuestro destino, es uno mismo.

La noche del 31 de diciembre, varias personas preparan la fiesta, a la que concurren amigos, vecinos del barrio, familares e invitados. Se designa, quienes deben elaborar el monigote y preparar la cena de año nuevo.

Mientras que algunos, que creen en cábalas, estan preparados para realizarlas, en la noche vieja, sin meditar que son mitos. Las cábalas más conocidas son; usar ropa interior de color amarillo, para obtener un amor apasionado y duradero; poner dinero en el zapato y salir a correr, para que venga una gran fortuna; llenar una maleta con ropa y dar una vuelta por el barrio y así se cumplirá los deseos de viajar por el mundo.

Si desea que se realice sus metas, en el año nuevo, trabaje honradamente, con esfuerzo, persevere y en corto o largo tiempo, alcanzará sus propósitos, pero no es nada fácil, pero no imposible, hay que comprometerse, para conseguir sus objetivos, que le llevará rápidamente al éxito.

En la noche vieja, hay que realizar un brindis con una copa de un buen vino, por la salud de todos y en especial de quienes más amamos; por la vida, la que debe ser aprovechada intensamente, pero en forma sana, antes de partir al descanso eterno.

Se acostumbra, en algunos hogares a preparar, pasada las doce de la noche, una deliciosa y tradicional sopa, de la comida ecuatoriana, que se denomina caldo de patas; un suculento plato típico, elaborado con patas de res, mote, garbanzo, maní y otros ingredientes, que otorga un sabor inconfundible y agradable. Al servirse, se repone, de la fiesta y ajetreos, efectuados en La Noche Vieja.

Feliz y próspero año nuevo es mi deseo ferviente, para todos mis amables lectores. (O)

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