El Covid-19 en la puerta / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión



 «Ni petimetres, ni descamisados»: El virus se hace de «Fuente ovejuna» y demanda una sola actitud, solamente una, cuidarse: evitar el contagio y evitar contagiar. Es, finalmente una responsabilidad compartida, de autodefensa y evidente solidaridad. Los ilusos, que imaginan que -el mundo- se viene abajo, porque se cierran algunos servicios públicos y/o privados, porque perderán algo de dinero y sus ganancias no crecerán, porque la gente se auto aísle, porque se suspendan unos días de asistencia a clases a estudiantes y profesores, porque se facilita el teletrabajo, porque se restringe el ingreso a hospitales y centros geriátricos, porque se suspendan actividades deportivas, viajes, paseos a la playa, reuniones de más de treinta personas y, cosas así por el estilo… son solo eso, ilusos, personas que se engañan y se dejan engañar. Que, finalmente, se abstienen de pensar y actuar en función de todos. Estamos en un momento en el que nuestra primerísima obligación es evitar -también- la propagación de rumores, de noticias falsas, no contrastadas ni verificadas, de comentarios y suposiciones, porque estas, pueden llegar a ser más dañinas que la enfermedad viral que nos afecta a todos por igual. ¡Salvaguardar el ambiente, es salvaguardar la vida!. Por esa razón nuestra actitud responsable para con nosotros mismos, empieza en casa y termina en casa. Las recomendaciones de higiene y prevención son de inexorable cumplimiento. No cabe cuestionarlas ni diferirlas. Una fracción de segundo puede hacer la diferencia. Tampoco es propio de esta instancia solidaria de salud alarmarse y alarmar. Las cosas deben tomarse con calma y con mucha reflexión. Hacerlo, nos ayudará a considerar con mayor objetividad las opciones y a manejar con sinceridad las soluciones. No es que unos son «los elegidos» para el contagio y otros no. El virus no hace discriminación y su transmisión (entre personas) tiene un impacto de 1 a 24, lo que no significa -de ninguna manera- que los contagiados invariablemente fallecerán. ¡No!. Pero hay grupos etarios más proclives a esos impactos y por esa razón debemos cuidar de ellos, apoyar a su salud y facilitarles la adopción de hábitos de higiene y comportamiento social que, sin abandonar el afecto, sean cariñosos primero y solamente consigo mismo; y, por un tiempo determinado, esos abrazos y esos besos, demostrativos de la calidez humana, sean sólo una expectativa, celosamente guardada para hacerla efectiva después de superar la afección global del corona virus.. Agua, jabón y desinfectante, son una trilogía de vida y de éxito. Hagamos de esta restricción comunitaria una gran posibilidad de superación social. Hasta saludarnos pronto, personalmente. 

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