Salvación del mundo / Editorial

Editorial


          Cada Viernes Santo, se recuerda la pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo, quien murió por la salvación del mundo, con el fin de perdonar nuestros pecados terrenales, en un acto de fe, donde nosotros, los fieles, debemos honrar su memoria. 

       La crucifixión de Cristo, en la tradición católica, representa un símbolo de respeto religioso, ya que, el cuerpo del hombre, está próximo a resucitar. La semana santa, sin duda, nos trae lecciones de vida y fe, más aún en tiempos críticos sanitarios. 

       La creencia y el arrepentimiento individual, es necesaria; realizar actos de penitencia, es lo que Cristo quiere en estos momentos, ya que, el pecado de la gente, la codicia, ambición, muertes y adulterio, son condenados. La salvación del mundo, representa justamente eso, seguir a carta cabal, los Diez Mandamientos. 

    Los seres humanos, al ser cuerpo y espíritu, al final de nuestros días en la tierra, seremos parte del reino de Dios y, al obrar bien, siendo personas caritativas, ayudando al prójimo, fortalece la fe que tanto necesitamos, sobre todo, los jóvenes de nuevas generaciones que, lastimosamente, viven un mundo virtual y ficticio, donde han optado por evitar el contacto humano, refugiándose en las redes sociales, sin dedicar un domingo de misa en familia.  

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