Ecuador continúa operando con desequilibrio fiscal

En este 2025, Ecuador muestra una mejora significativa en sus ingresos fiscales, impulsada por una mayor recaudación tributaria y un favorable comportamiento de las exportaciones. Sin embargo, este avance no ha sido suficiente para eliminar el desequilibrio fiscal: el déficit se estima en aproximadamente -1,3 % del Producto Interno Bruto (PIB), lo que revela que el Estado continúa gastando más de lo que percibe.
El incremento de los ingresos ha permitido financiar nuevos proyectos e inversiones, pero también ha impulsado el crecimiento del gasto corriente en sueldos, pensiones y transferencias. A esto se suman compromisos financieros como el pago de intereses y amortizaciones de la deuda interna y externa, que siguen representando una carga significativa para el presupuesto nacional. Los subsidios a combustibles, gas y electricidad permanecen como uno de los rubros más costosos, y su reducción genera tensiones sociales como las que acabamos de vivir; lo cual ciertamente dificultan la corrección del déficit.
Parte de los ingresos adicionales proviene de factores transitorios como precios elevados del petróleo o recaudaciones extraordinarias que no garantizan sostenibilidad a largo plazo. Por ello, el déficit estructural del país se mantiene mientras no se consoliden fuentes estables de ingreso. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que las proyecciones fiscales para Ecuador aún presentan incertidumbres, aunque organismos especializados prevén que el equilibrio podría alcanzarse en 2026 y un superávit moderado en el 2027.
El déficit fiscal del 2025 no refleja necesariamente una mala administración, sino una combinación de rigidez presupuestaria, compromisos legales de gasto y presiones sociales que reducen la capacidad de ajuste. La solución pasa por reformas que permitan un ajuste gradual, sin afectar la inversión pública ni los servicios esenciales.
Mantener un equilibrio fiscal es vital para la estabilidad económica, la sostenibilidad del crecimiento y la confianza ciudadana y del entorno internacional. Con finanzas equilibradas, el Estado evita el endeudamiento excesivo, libera recursos para educación, salud e infraestructura y fortalece su credibilidad ante organismos financieros y mercados de inversiones. Un déficit controlado puede ser útil en situaciones coyunturales, pero su persistencia compromete la estabilidad del país. Para Ecuador, alcanzar el equilibrio fiscal no solo es una meta económica, sino un paso indispensable hacia el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza. (O)
