Día de la Paz / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

En 1954, Japón donó la llamada “Campana de la Paz” y se acostumbra en la ONU tocarla dos veces al año. Ayer repicaron esas campanas, ya que cada 21 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Paz. Pero parece ser que todo es inútil y como que todo está perdido, pues esta pandemia ha develado todo lo malo del hombre actual, ha ido acompañada de un aumento del estigma, la discriminación y el odio, que solo cuestan más vidas en lugar de salvarlas: el virus de la corrupción más que el SARS-CoV-2 ha atacado inmisericorde sin importar colores de banderas ni tendencias políticas ni de dónde venimos ni en qué creemos. Como nunca ha salido a flote este enemigo común de la humanidad a enfrentar. El individualismo, el descaro, la ambición malsana y desmedida nos está haciendo creer que somos el enemigo del otro.

Suena bonito el tema 2021 para el Día Internacional de la Paz que dice: «Recuperarse mejor para un mundo equitativo y sostenible. Únete a las Naciones Unidas en nuestro empeño por recuperarnos mejor y conseguir un mundo más equitativo y pacífico. Celebra la paz. Oponte a los actos de odio tanto en Internet, como fuera de ella. Difunde compasión, bondad y esperanza frente a la pandemia para que todos nos recuperemos mejor.»

Vivimos en un mundo globalizado, en el que los problemas viajan de una punta a otra del planeta en segundos. Los dictadores de tendencias políticas utópicas y fracasadas, que engañaron con su hábil y perverso discurso, tomando el nombre de la gran masa empobrecida, van regando su tiranía y empobrecimiento por todas las regiones del planeta, so pretexto de sus falsos ideales se alían con grupo subversivos que viven del narcoterrorismo, con estrategias políticas engañosas, van desmantelando los controles del narcotráfico dando luz verde para que se impongan los carteles, el sicariato y la narco delincuencia en países que antes gozaban de la tan anhelada paz.

Los conflictos bélicos han sumido al ser humano en la decadencia más profunda durante siglos. Incluso hoy en día, en pleno siglo XXI, la paz no está presente. Terrorismo, conflictos armados, tensiones entre potencias económicas… Un panorama desolador y que causa muertes y sufrimiento.

La pandemia que ha golpeado con más fuerza a los grupos más desfavorecidos y marginados y que ha enriquecido a los más innombrables politiqueros delincuentes de turno.

Tanta inequidad junta que se estima que, en abril de 2021, se habían administrado en todo el mundo más de 687 millones de dosis de la vacuna contra la COVID-19, sin embargo, más de 100 países, atrapados entre conflictos y vulnerabilidades en la casi total falta de acceso a la atención sanitaria, no habían recibido una sola dosis.

A medida que nos vamos recuperando de la pandemia, que generó un caos sanitario, económico, laboral y social como ninguna otra en este 2021, nos debemos sentir infundidos a pensar creativa y colectivamente sobre cómo ayudar a todos a recuperarse para mejorar, cómo fomentar la resiliencia y cómo convertir nuestro mundo en uno más justo, inclusivo, sostenible y más saludable. (O)

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