Desate de violencia en Nicaragua / Fausto A. Díaz López

Columnistas, Opinión

El presidente Daniel Ortega, su esposa y vicepresidenta se encuentran en el ojo del huracán. Las recias protestas del pueblo nicaragüense y la violenta respuesta del gobierno, han creado un ambiente de zozobra e inseguridad que presagia peligro inminente de perder la vida o ser heridos, a manos de la gendarmería gubernamental.

La irrupción del pueblo ha dejado hasta el momento 212 muertos, más de mil heridos y un número indeterminado de presos y contusos, este sacrificio del pueblo se convierte al momento, en el luctuoso aporte de la sociedad nicaragüense para conseguir un cambio en el gobierno.

Según la historia, la revolución sandinista se dio para expulsar del poder a Anastasio Somoza que, asumiendo el papel de dictador, gobernó al país bajo un autoritarismo violento y arbitrario. Este fue el detonante que impulsó el estallido de la inconformidad popular la cual se transformó en subversión, que utilizando la guerra de guerrillas y mediante heroicos combates logró destronar al autócrata en 1979. A la presente fecha la mayoría de exguerrilleros sandinistas ven traicionada su revolución. Ortega se ha transfigurado en un nuevo Somoza. Ha demostrado con sobrada evidencia una ambición desmedida por permanecer en el poder; varios excombatientes han plegado al movimiento que lucha por el cambio de gobierno, otros, se han alejado impasibles.

Para conseguir su objetivo este dictadorzuelo ha recurrido a una represión letal que como ya dijimos, ha cobrado muchas vidas. La Iglesia Católica exige que cese ese abusivo castigo. En un intento por conseguir la atención del poder, varios obispos han visitado la ciudad de Masaya, en donde fueron recibidos por, “miles de hombres, mujeres y niños que ayudaron a despejar las barricadas para que camine una procesión presidida por una imagen de Jesús”. Este hecho se llevó a efecto luego de un violento ataque de las fuerzas progubernamentales, que con armas de combate trataron de anular la resistencia de los pobladores de esa localidad.

La multitud, según versión periodística, gritaba: “¡Qué viva Cristo Rey!, ¡basta ya de opresión, que se vayan y dejen de humillarnos y matarnos!”. Las fuerzas del orden se han comprometido a establecer un cese de fuego y a liberar a los detenidos tras una reunión con el Nuncio Apostólico. Pese a esto y a la denuncia de la Comisión Interamericana para los Derechos Humanos de la OEA, que consigna las graves violaciones a los DDHH, el gobierno no cede. “Desestima los informes”. Los tres días de ataques a la población de Masaya, constituyen una brutal represión, cuya intervención ha dejado un saldo de 200 muertos ¿Hasta cuándo pensará Ortega seguir masacrando a su pueblo? (O)

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