Delincuencia y justicia incompetente en Ecuador / Juan Diego Valdivieso Rowland

Columnistas, Opinión


El país ha sido testigo en las últimas semanas de un incremento importante en la percepción de inseguridad ciudadana. Basta hacer un barrido por redes sociales; conversar con amigos y familiares o con la gente que está en la primera línea (guardias de seguridad, conserjes, miembros de las fuerzas del orden o personas que trabajan en el sector judicial) para comprender la magnitud de la ola delictiva que azota con fuerza al Ecuador.

A diario se escuchan casos de asaltos, robos, asesinatos, femicidios, abigeato, intentos de robo que terminan en desgracias o persecuciones policiales. Este panorama era previsible ya que, por la pandemia, las cifras de empleo se han deteriorado de manera alarmante. Esto ha ocasionado una mayor tensión social, en un país que ya venía arrastrando problemas de cohesión social y polarización.

Lo más lamentable de esta situación, aparte de que se cometan los delitos, es que los delincuentes casi siempre se salen con las suyas y sus crímenes quedan impunes. Esto hay que agradecer al laxismo de las leyes y a la incompetencia, complicidad y corrupción del sistema judicial ecuatoriano, que libera a delincuentes que han sido detenidos por la Policía Nacional, pero que a las pocas horas o días son liberados.

Cabría preguntar las razones por las que los jueces liberan a los delincuentes, muchos de ellos con un largo historial de detenciones previas, así como con evidencias de delitos flagrantes.

Esto causa indignación en la ciudadanía, que es la que diariamente sufre por esta lacerante realidad que incrementa la psicosis que ya existe por la pandemia. El estrés y la ansiedad que ocasiona el miedo a salir por miedo a ser abordado por antisociales hace que la gente evite hacerlo, empeorando así la estabilidad emocional y también económica de la población.

Es hora de que los ecuatorianos alcemos nuestra voz ante un gobierno que, una vez más, demuestra su incompetencia e ineptitud ante la realidad. Asimismo, la justicia debe escuchar el clamor ciudadano de poder tener un sistema judicial decente y a la altura de la situación, algo que actualmente está muy lejos de la realidad.

¡Actúen antes que todo empeore! (O)

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