Cuando el río suena… / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión


Michael Fitzpatrick, es uno de los personajes del momento. La sorpresiva declaración del embajador de los EEUU en Ecuador hizo que su imagen se convierta en el objetivo de las miradas, dentro del país y fuera de él. A decir de este diplomático, en las filas de la policía nacional habría «narcogenerales».

Todo surgió a partir de una entrevista realizada por un periódico digital, donde el funcionario norteamericano afirmó que investiga un caso de policías del más alto rango, involucrados en posibles nexos con narcotraficantes. La primera medida adoptada en contra de estos oficiales habría sido la revocatoria de sus visas. Pero, falta la información más importante, es decir, los nombres de los presuntos involucrados. El ambiente en la Policía Nacional es de tensión absoluta.

En Latinoamérica la complicidad de malos elementos de las fuerzas armadas y de la policía con delincuentes de gran envergadura tiene una larga historia. Por supuesto, el Ecuador no podría estar alejado de esta realidad atroz. El caso conocido de mayor importancia, corresponde al excapitán del Ejército Telmo Castro, asesinado en una prisión de Guayaquil un par de años atrás. Este militar fue procesado penalmente por mantener lazos con uno de los mayores grupos delincuenciales de México.

Siendo este, el mayor caso conocido con la participación de un alto funcionario militar, no tiene parangón con la afirmación pública del máximo representante estadounidense en el Ecuador. Esta vez, no se trata de un oficial de mando medio, sino de un número indefinido de miembros de la institución, portadores de la más alta categoría a la que puede aspirar un policía. La noticia, por ahora, es incompleta, no se conoce la identidad de los comprometidos. Entonces, el lodo salpica a todos a la vez.

La respuesta del gobierno no podría ser otra. Por el momento, existe respaldo a la jerarquía policial, aunque también se pide que la Contraloría del Estado investigue el patrimonio de los generales. La comandancia de la fuerza del orden niega cualquier participación. El cuerpo de generales activa su mecanismo de defensa, poniendo a disponibilidad su cargo. Mientras la ciudadanía espera que las investigaciones arrojen resultados ciertos y de ser el caso, sanciones ejemplares.

Hay algo de esperanza, al saber que la información no está en manos de la justicia ecuatoriana, donde la inocencia suele tener un precio. Según se acostumbra en estos casos, todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario; pero cuando el río suena. (O)

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