Contemplando tus ojos / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

En estos días del Padre ha venido a mi corazón la presencia de mi padre yhe vuelto a sentir el valor de la presencia de sus ojos. Quiero saludarle «contemplando sus ojos». 

Contemplando tus ojos, quizá cansados de la marcha diaria de la vida, quiero adentrarme en tu misterioso y rico espíritu pues allí descubro que se anidan tus ideales – lucha, tus amores-sentimientos, tus sueños de ayer, realidad de hoy, tus esperanzas calladas, limpias, inmensas como tu alma. 

Papá: 

Tu mirar de ojos-hombre, ojos-historia, ojos-padre. 

muestran los horizontes-vida, los cielos-amor, el infinito-dicha

que nos engrandecen, que dan sentido a la existencia limitada y 

pobre.

Qué grande eres papá: en ese espacio mínimo de mirar. 

Reflejas infinitud, nobleza, ilimitación, eternidad. 

Tu mirar-horizonte, tu mirar-cielo, tu mirar-infinito 

es invitación, es reto a dejarnos iluminar siempre 

con la luminosidad de tu mirada que es claridad de tu espíritu. 

Papá: 

¿Por qué me sigues mirando, cuando tus ojos 

cerraron sus párpados para siempre, y dejaron de regalarme tu 

alma, tu espíritu y tu corazón-padre?

Papá: 

Tienes otros ojos con otra mirada. 

Ojos-amor que abrasa con valor de ternura misteriosa; 

ojos-presencia que se vuelven compañía silenciosa; 

ojos-fortaleza que alientan la debilidad de la marcha; 

ojos-frescura que son brisa suave, penetrante, agradable 

que suaviza los hastíos de la existencia filial 

que en amor profundo me entregaste y dejaste que me apropie. 

Son ojos del corazón de ti papá que sobrevives. 

Ojos que regalan miradas-presencia, miradas-aliento, 

miradas ruta que hay que recorrer

miradas historia que hay que vivir sin cansancio. 

Miradas-horizonte que hay que alcanzar

imitando pasos sobre huellas hechas y dejadas, 

seguras y definitivas. 

Papá:

Hoy es tu día,

Tus ojos y los míos sintonicen

En un solo mirar-amor para decirnos

Con sencillez de las palabras la rica hondura

Del corazón que sale por tu mirada para decirme: “Te amo hijo”

Y yo decirte con la añoranza de siempre: gracias padre. (O)

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