Brilla la verdad / Esteban Torres Cobo

Columnistas, Opinión

Elon Musk continúa la revolución de las redes sociales. Twitter, a este paso, camina hacia la relevancia por sobre el resto de competidores. Su adquisición no fue en vano. Primero, el despido de los innecesarios trabajadores pipones que la red tenía por cientos y que, además, cantaban el coro de la progresía norteamericana y censuraban todo lo que era distinto. Ahora, y a continuación, llegan los archivos Biden. 

Un poco de contexto. Los hijos del actual presidente de los Estados Unidos son verdaderos indeseables. Su padre, más allá de sus errores y confusiones, tiene el mérito de haber logrado una fructífera carrera política que terminó con el cargo más importante de la Tierra. Sus hijos, por el contrario, son drogadictos, pedófilos y corruptos. Hoy, todo eso se comprueba con los archivos de Twitter. 

En plena campaña presidencial contra Trump, todas las redes sociales y sus dueños se asociaron para evitar que gane y para que cualquier escándalo contra Biden no prospere. Y lo lograron. Fotos y videos del hijo de Biden drogándose y desnudo en compañía de niñas desaparecieron instantáneamente de redes sociales. En una se llegó a especular que se encontraba con Biden hasta la propia hija de Obama. 

Los documentos revelados por Musk demuestran como desde la campaña presidencial se enviaban correos electrónicos a la abogada en jefe de Twitter (despedida cuando se cambió de administración de la red social) para que se borren todos los links que contenían esa información. Y fueron borrados. 

Esta manipulación comprueba lo que siempre se presumió: el prejuicio contra los candidatos, periodistas, y demás personalidades de derecha y conservadores. Misteriosamente, Twitter también evitaba que suban en seguidores e incluso restaba los existentes. Poco a poco sale la verdad y Musk realmente se arriesga con lo que hace. Quizás estar sentado sobre la primera fortuna del mundo baste para darle seguridad.

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