Ascender de Categoría / Washington W. Montaño Correa.

Columnistas, Opinión

En este país, se da algo de Ripley con los docentes, a los formadores de generaciones y base del desarrollo intelectual de la nación, se les declara funcionarios públicos y como tales, regidos por la LOSEP. Pero, por el ámbito de desempeño, dizque para categorizar la tarea, se les ajusta con otra ley más, la LOEI. No está bien que en un estado declarado como de derechos, se observe que una Ley y su Reglamento, en su abarcadora visión de controlar todo, regula hasta una exigencia atosigante que deja sin campo de acción formativa a los docentes, ni al reclamo por más justo que sea, tampoco a potenciar su acción didáctica con capacitación, ni a promover su vida laboral con algún incentivo profesional, económico o social.

El trabajo docente, es altamente estresante, agobiante y en condiciones didácticas carentes de capacitación y de herramientas tecnológicas funcionales. Fundir el miedo con la demanda laboral, ha hecho que los docentes acepten “lo que venga” con un desinterés que preocupa. Como autoridades educativas o gerente de empresa, siempre buscan que el empleado se sienta a gusto en su trabajo, generando situaciones que satisfagan su interés personal, familiar y social, que a más del pago devengado, haya ascensos en su función por méritos académicos, funcionales, valorativos y respeto a la antigüedad, porque saben que ellos son la fuente de  riqueza de la empresa o de la institución.

Ascender de categoría dentro del magisterio es un entra si puedes, porque con dedicatoria el ególatra ex mandatario, reformó la LOEI, aumentando el art. 302.1 al Reglamento, en el 2015, referente al requisito de las 330 horas. Y el actual ministro, para seguir la misma oprobiosa línea negra de su antecesor, expide el acuerdo ministerial 25A, que en una transitoria dice que se tomará en cuenta la evaluación obtenida en el desempeño, lo que equivale a cerrar las puertas a muchos docentes que en ese ensayo no los alcanzaron. Deben tomar la pruebas nuevamente Y, agárrense fuerte que viene la de humor negro, porque dice que quienes deseen alcanzar la categoría b, deben tener 80%  o muy buena y para la A, 90% o sobresaliente y el aumento salarial de cien en la categorías bajas y de doscientos dólares, en las dos altas, no compensan el trabajo, costos ni el tiempo invertido en la preparación académica de los docentes.

Como se festinaron todo, ya no hay dinero para mejorar la educación. A los docentes que trabajan con 40 o 45 estudiantes en carentes situaciones, no deberían someterle a tantas exigencias, más allá del título docente, evaluación psicopedagógica y años de servicio, porque les debería dar vergüenza pedir lo que no dan: capacitación. (O)

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