Arbitraje justo, inteligente

Columnistas, Opinión

El programa Caso Cerrado de la televisión ilustra del proceso de demandas en la Corte de Arbitraje de Florida, Estados Unidos. La Corte de Arbitraje tiene características singulares cuyo análisis sorprenderá a los ecuatorianos, acostumbrados a juicios interminables; pleitos «legales» de meses y años.

Para que la Corte de Arbitraje acepte procesar un caso en audiencia pública, el demandante y el demandado firman una solicitud y un contrato de arbitraje.

El contrato de arbitraje contiene cláusulas rigurosas, ineludibles, que son aceptadas en su totalidad por los litigantes. Por ejemplo, las dos partes se comprometen a ser sus propios actores en la audiencia de juzgamiento, sin la presencia de fiscal acusador ni abogado defensor.

Las dos partes se comprometen a cumplir la sentencia de la Corte sin objeción alguna.

El contrato de arbitraje otorga poder supremo a la Corte. Si una de las dos partes no asiste a la audiencia de juzgamiento, el juez está facultado a dictar sentencia con sólo escuchar a la parte presente en la sala. La parte inasistente no puede alegar, por ejemplo, enfermedad, si el médico de la corte no ratifica la certificación de cualquier hospital. En resumen, no es posible utilizar mañoserías para burlar la ley.

Si un caso requiere la opinión académica de profesionales, la Corte los provee sin costo alguno para los litigantes. Los profesionales aclaran dudas científicas de las partes, del juez inclusive.

Conviene enfatizar que los casos tratados en las Cortes de Arbitraje no siempre terminan en sentencia condenatoria contra uno de los contendientes; también terminan en un abrazo de reconciliación, por ejemplo entre esposos que llegaron decididos a conseguir el divorcio; entre socios dispuestos a destruir su empresa comercial; etcétera, etcétera. «Sentencias valiosas» que fomentan la amistad, constructora de sociedades positivas.

Cada caso se tramita en una hora: exposición del demandante, replica del demandado, presentación de pruebas, declaración de testigos y sentencia. Punto final. No hay el juicio de meses y años de duración. No existe el proceso interminable, «a la ecuatoriana»

Cuanto ganaría nuestro sistema de justicia si se estableciera esta clase de cortes de arbitraje en todas las provincias ecuatorianas. Cuanto ganaríamos los marchantes comunes con este tipo de procesos orales, casi instantáneos; sin trampas, sin vericuetos legales creados para burlar la justicia … Soñemos, soñemos! (O)

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