Animal Monetario/ Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión


Lo que está ocurriendo en varios países no es otra cosa que un capítulo más de la existencia del mundo desde que hizo su aparición el animal político.

Yo, político, consigo la aprobación de esta Constitución, de estas leyes, pregono ni verdad aparente; creo el paraíso terrenal para los “míos”. Y, como Constitución y leyes son mías, entonces nadie debe tocarlas, nadie puede reformarlas, mientras yo y los míos las disfrutemos.

¿Qué significa decir la verdad en el mundo de hoy? La respuesta tiene innumerables ángulos de acuerdo con los “modernistas”, con la interpretación de la propaganda, de acuerdo con la política, y de acuerdo con los movimientos extremistas que rechazan, inclusive, la posibilidad del holocausto.

Cada individuo pensante reserva desdén especial por los Judas de la profesión política que conduce a concluir: la búsqueda de la verdad no tiene significado, las ofertas al pueblo consisten en algo más que deseos, fantasías.

La mayoría de nosotros intentamos estar en paz con la indeterminación absoluta del conocimiento humano, acerca del presente o del pasado. Sin embargo, estamos atrapados, asido por un sentido de vértigo mientras enfrentamos la posibilidad de la nada, producida por la corrupción política. No sociedad, no bienestar, no filosofía, que respondan asegurar la vida, el pensamiento y la acción.

Ya lo dijo Aristóteles: “Por naturaleza el hombre es un animal político.” Humildemente, agrego, “Degenero en animal monetario.”

Si los documentos constitutivos de un país, de un Estado, fueran inmutables, el animal político también debiera ser el ejemplo máximo de inmutabilidad.

Entonces nos encontraríamos en el paraíso de los dinosaurios de hace millones de años, donde el hombre era dueño absoluto de su destino y de su taparrabo. (O)

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