A la espera / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión


El 23 de julio inició la huelga de hambre de los maestros jubilados. Los dirigentes del gremio mencionan cifras difíciles de creer, más de 12 mil jubilados impagos desde el 2008. El origen del problema coincide con el inicio de era correista.

En un solo año, pasaron muchas cosas. En enero de 2008, uno de los mandatos constituyentes estableció el pago de siete salarios por cada año de servicio, con un techo máximo de 42.420 dólares, como bonificación por retiro voluntario. Apenas cinco meses más tarde, a través de un decreto presidencial, se modificó este dígito, estableciendo una tabla según edad y años de servicio. El nuevo beneficio fue de 12.000 dólares y solamente quienes se retiraron en el 2008 con más de 80 años de edad y 40 años de trabajo lograrían duplicar esta cifra. La Constitución aprobada volvió a cambiar los términos. La disposición transitoria vigésimo primera dispuso que el Estado pague una compensación de cinco salarios por año, llegando hasta 30.300 dólares. 

Vinieron nuevas reformas. La primera en el 2010. La Ley Orgánica del Servicio Público (Losep), decidió mantener los cinco salarios por cada año, pero el techo máximo subió a 36.000 dólares. El 2016, un acuerdo ministerial dispuso realizar los pagos por grupos prioritarios, iniciando con los maestros mayores de 70 años y los enfermos graves. El actual gobierno, en julio de 2017, modificó el Art. 289 del Reglamento General de la Losep. La “gran innovación” fue que el Estado pague con bonos negociados libremente. Por último, el 2018 la Asamblea Nacional aprobó que los docentes reciban el estímulo de su jubilación, mediante el pago de una compensación variable que relacione edad y años en el magisterio. 

Esta última decisión fue celebrada, por considerarse justa, pero el dinero no llega hasta hoy. Más de mil profesores han fallecido sin recibir su ansiada jubilación. El Estado requiere cerca de 350 millones para salir del problema. Aunque el ofrecimiento es cancelar a 7.000 jubilados este año, no está claro de dónde saldrán los recursos en una economía tan quebrantada. Hay ciertos rumores sobre la intención de pedir a todos los ecuatorianos una contribución extraordinaria para este fin. Porque no poner prioridad en la recuperación de todo lo que está perdido dentro de los bolsillos de aquellos que decía tener “manos limpias y corazones ardientes”.  (O)

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