El Nobel de Corina y Pasternak

El célebre escritor ruso, Boris Pasternak, fue obligado por el régimen comunista de Kruschev a declinar, en 1958, el premio Nobel concedido por la Academia sueca. Para doblegarlo, los jerarcas comunistas le dejaron sin empleo a su compañera. Sin el Nobel, el autor del Doctor Zhivago pidió que le devolvieran el empleo a la sacrificada mujer. Logró lo contrario, esto es, que se quede sin empleo recluida en un centro carcelario. En 1960, murió Pasternak mientras su compañera se consumía en una prisión.
La valiente y talentosa Corina Machado tuvo que huir de Venezuela para poder viajar a Oslo, ciudad en la que debía realizarse la entrega del premio otorgado por la Academia sueca. Como el escape fue difícil, digno de una novela policiaca, se retrasó su llegada a Suecia, por lo que su hija recibió el reconocimiento en su nombre. Finalmente, llegó a Oslo en medio de aclamaciones y gritos por la libertad en Venezuela, cortejada por jefes de Estado -entre ellos el de Ecuador-, legisladores venezolanos, el Presidente en el exilio Edmundo González y diplomáticos de alto rango.
Su discurso provocó gran impacto por la carga emotiva del relato de tantas mujeres jóvenes opositoras presas en prisiones venezolanas sometidas a favores sexuales para poder alimentarse y recibir visitas familiares. También generó una reflexión seria sobre la política electoral por los oportunos llamados que hizo para que nunca se permita sustituir el Estado de Derecho por el carisma, como ocurrió con Chávez hace tres décadas, apoyado por ingenuos empresarios, políticos y comunicadores que creyeron en un discurso transformador de chistera. Sintiéndose dueño de Venezuela, en 1999, comenzó a desmantelar la democracia, con violaciones a la Constitución, purgas a los jueces independientes, censura de la prensa, manipulación de elecciones, desconocimiento de la separación de poderes, corrompimiento de los militares, hasta que terminó destruida y el Estado controlado por el narcotráfico.
Uno de los pensamientos más trascendentes de su mensaje fue aquel en el que dijo que “incluso la democracia más fuerte se debilita cuando sus ciudadanos olvidan que la libertad no es algo que debemos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida”. Está claro, entonces, que si se deja que los espacios de libertad sean ocupados por sus enemigos, la libertad se desvanece. La lucha por la libertad es una tarea de todos los días. (O)
