40 años de democracia / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



La democracia está basada en el ideal de que cada individuo es una persona con valor y dignidad innatos. Sus derechos no pueden ser arrebatados. Los derechos deben ser observados y protegidos por sus conciudadanos. Recibir trato justo, amparado por la ley. Tener oportunidades para el desarrollo de sus habilidades y compartir las retribuciones de vivir en sociedad.

Para asegurar que los derechos y libertades sean protegidos por el gobierno, cada individuo, en democracia, tiene voz igual en ese gobierno, porque es ‘su’ gobierno.

El gobierno es su creación y su servidor. La existencia misma del gobierno depende del “consentimiento del gobernado.” El gobierno democrático existe para servir al ciudadano.

El gobierno regula las acciones del pueblo solo para asegurar que nadie viole los derechos de nadie. Cada persona cede uno que otro derecho para contemplar la libertad de acción, de manera que todos los ciudadanos disfruten dos valores: libertad y seguridad.

Estos son los ideales de una democracia. Lamentablemente, Ecuador, calificado como demócrata, se ha quedado corto en las aspiraciones descritas. Sin embargo, el derecho de los ciudadanos a buscar su desarrollo es la gran distinción de una sociedad democrática.

En resumen, una democracia es, esencialmente, una nación en la cual el pueblo controla el gobierno. Donde todos los ciudadanos se reúnen para discutir y votar sobre asuntos de preocupación mutua, y para elegir representantes capaces de resolverlos. 

Lamentablemente, los políticos ecuatorianos, de acuerdo a su color, han alabado a sus presidentes, mientras a los otros los han despotricado. Condenan muchos hechos, pero ninguno ha dicho una sola palabra en contra del sueldo presidencial ¡DE POR VIDA!! para todos… sin distinción alguna… Increíble, pero cierto! (O)

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