Psicoanálisis de la Humildad / Dr. Guillermo Bastidas Tello

Columnistas, Opinión

La humildad es la única verdadera sabiduría que nos prepara para todos los posibles cambios de la vida. -George Arliss. Los seres humanos enfrentamos a las dualidades en que se mueve la dinámica mental. Lo bueno y lo malo, lo heterosexual y lo homosexual, el deseo y la repugnancia, el amor y el odio, sinceridad e hipocresía, humildad y soberbia. Todos estos procesos psicológicos mentales son el resultado de la constitución biológica, psicológica, social, cultural, genética, espiritual, económica y astrológica. Todos ellos fenómenos de la humanidad imperfecta.

La llamada Formación Reactiva; una idea consciente que representa inconscientemente otra de magnitud opuesta. El diablo y el angelito, el uno cuestionando al otro su proceder e influencia sobre el gelatinoso homo saphiens.
La formación reactiva que genera el típico síntoma compulsivo de lavarse las manos 200 veces, hasta sangrar en un intento de limpiar la suciedad interna que sufre el obsesivo-compulsivo. Es quizá en este punto en donde la soberbia es la otra cara de la humildad. Algunos soberbios dejan de serlo al encontrarse con personas que están a su “altura” e incluso pueden llegar a ser humildes ante idealizados personajes, lugares o situaciones.

Es que a veces muchos “soberbios”, tenemos muy escondido nuestro proceso de humildad por el temor a ser descubiertos o identificados equivocadamente como débiles.

En el diccionario, encontramos que humildad es una actitud no presuntuosa de los propios logros, reconoce sus fracasos y actúa sin orgullo ni vanidad. Otro concepto más retocado descubre en la humildad un accionar sin interés y sin conveniencia. Pero la realidad al parecer nos dice lo contrario. Nadie en este mundo físico actúa sin interés ni conveniencias, lo cual tampoco es cuestionable.

La humildad se somete a una estela de pensamientos derivados de los conflictos encontrados, de los deseos insatisfechos, de las aspiraciones que cabalgan entre lo que quería ser y lo que debía ser.

En psicoanálisis este proceso lo conocemos como los Ideales del Yo; es decir lo que deseamos ser, y como nos gustarían que nos vieran. Aquí el inicio de un gran problema: Los Ideales del Yo, lo forman en primer y único lugar los padres, luego vienen los hermanos mayores, tíos, abuelos, y por qué no, la religión inculcada o con la que creciste.

El concepto de humildad con el que la mayoría crecimos, fue en la mayoría un concepto aberrante de fracaso, debilidad o frustración más que de ser buena persona, que es el verdadero concepto de humildad. Otra de las “cualidades” del humilde era la de ser pobre, sumiso, manso y manipulable; de esta forma hemos visto a la humanidad perecer en la pobreza, miseria y subdesarrollo.

Ahora lo más importante es ser humilde conmigo mismo y con mis sentimientos internos, hacia afuera la humildad puede ser una máscara de presentación y una carta de ofertas demagógicas.

Entonces la verdadera humildad y la honestidad debe ser pulida en nuestro psiquismo inconsciente, lo cual es algo más complejo, más oculto pero más sincero. Ser humilde conmigo mismo. Puesto que en nuestro Inconsciente no habitan ni la humildad ni la honestidad ni el honor. En el inconsciente habita todo lo contrario, nuestra paranoia de grandiosidad, poderío, megalomanía, egoísmo, egolatría, envidia, glotonería, sadismo, lujuria y liviandad.

Por lo tanto, tened cuidado de la bajeza o humildad viciosa perniciosa, que consiste principalmente en sentirse débil o poco resuelto. El humilde pernicioso no aspira el éxito y el progreso más allá de la comodidad y el libre arbitrio plasmado en la frase humilde de “el destino marcará mi vida”.

El humilde pernicioso cree que no puede subsistir por sí mismo, que no puede lograr sus objetivos sólo y que para todos los logros debe acudir a la presencia y participación de otros. El verdadero ser humano humilde, es el que no olvida sus orígenes, no olvida la sabiduría de sus padres (aunque puedan estar equivocados en el siglo XXI), es el que acepta los consejos y sabiduría de los mayores, el que obedece a su propia consciencia y valores, actúa con modestia, docilidad, benignidad, humanidad, recogimiento, recato, cautela, moderación, sencillez, espontaneidad, franqueza, sumisión a Dios y a las Leyes lógicas. Estimado lector cultivemos la humildad en nuestra cotidianeidad. (O)

Deja una respuesta