Napoleón y el secuestro al Papa Pío VII /Pedro Reino

Columnistas, Opinión

Realmente Napoleón hizo dos secuestros espectaculares: Al Rey Fernando VII y al Papa Pío VII. ¡Qué coincidencias! “En los primeros días (5-6) de mayo de 1808, Fernando VII abdica a la corona española a favor de los Bonaparte y le escribe a sus súbditos pidiéndoles obediencia a Napoleón y confianza en que el emperador los colmaría de felicidad!” (Diario Electrónico/José Antonio Pantín, publicado 25 de junio 2010). Esto fue consecuencia de la pérdida en la Batalla de Trafalgar contra los ingleses ocurrida el 21 de Octubre de 1805, donde participaron aliados Francia y España. De por medio hay una historia diplomática que para nosotros es poco conocida, porque Napoleón los metió a Fernando, a su hermano Carlos y a un tío “secuestrados” en el castillo de Valencay, en Bayona. Es importante recordar que Fernando VII regresó al poder en marzo de 1814.

“Según un reportaje que se publica en las redes virtuales por parte de la National Geographic, 2015, se dice: “Dispuesto a imponer su ley en toda Europa, en 1809 el emperador no dudó en arrestar al papa Pío VII y confinarlo en Francia hasta 1814, año en que fue liberado por los austríacos”.

Con este antecedente es necesario que se profundice entre los antecedentes y razones de la independencia americana surgida de las burguesías intelectuales criollas, y desde el “escándalo” de las cortes y la iglesia que estaba siendo herida de muerte por el derrumbamiento de los estados pontificios, y porque Napoleón estaba preocupado en eliminar la inquisición y los privilegios de la iglesia. Napoleón hizo perder la brújula al imperio y a la iglesia, y por ello surgen las discusiones en las Cortes de Cádiz (1812), donde se apagó una lámpara radical de lo que “pudo haber sido y no fue”, pero que dio la oportunidad a América de quitarse la monarquía. Bolívar había dicho que después de libertar América, “libertaría a la propia España” de los borbones que eran sus opresores. Vistas en titulares esas cosas, hay que agradecer a Napoleón porque hizo su parte en Europa, y porque es un ideólogo que no puede sustraerse al camino abierto por la Revolución Francesa, de la que toma muchos elementos.

Sin querer queriendo, decimos entre nosotros, me he puesto a revisar y leer estas enredadas cosas de la historia, motivado por un libro inusual que replantea lo ocurrido con el 10 de agosto de 1809 en Quito. ¿Qué mismo pensaba Juan Pío Montúfar y el Obispo Cuero y Caicedo, dos cabezas de la revolución, sobre el problema del Rey y del Papa? ¿Qué se hacía América sin rey y sin papa? El libro de Javier Gálvez: Luces de Agosto, 2013, nos mete en la reflexión que ahora les comento. Las contradicciones debieron haber sido evidentes para que haya ocurrido la masacre del año siguiente, debido a la represión militarista de quienes obedecen órdenes impartidas por los acomodados de turno en el poder. Al parecer Juan de Dios Morales es el más claro en estas ideas, antes que los elegidos de la Junta, respaldados en títulos de nobleza.

Mucho se ha dicho y se conoce sobre la idea de los americanos de restitución al poder del monarca Fernando VII, secuestrado por Napoleón; pero muy poco se ha puesto en el tapete sobre el “impacto espiritual” catastrófico para el mundo cristiano católico, acá en América, de saber que el patriarca del cristianismo había sido destituido del poder «divino» que representaba. Las Juntas de América y de la propia España pedían la restitución al poder de su “adorado monarca”, pero al parecer no querían divulgar el tema del “secuestro del Papa”, seguramente porque la crisis habría empeorado la situación, y porque en el imaginario, rey y religión, como herencia colonial son una sola cosa. (O)

Deja una respuesta