Voracidad monetaria / Jaime Guevara Sánchez
Expertos internacionales afirman que el poderoso banco y la similar aseguradora estadounidense ‘‘aguantaron’’ un par de meses la declaración oficial de quiebra; lapso en el que el mundo siguió su curso ‘‘normal’’. – La quiebra, del banco de Chattanooga, Tennessee, ciudad de cien mil habitantes, no mereció ni el espacio de un anuncio clasificado en la prensa grande-. La quiebra bancaria ha tenido ‘virtud’ de despertar la indignación financiera de los países ‘afectados’
Por primera vez, analizan, a gritos, la injusta económica de una organización política cruel.
En la Asamblea General de Naciones Unidas, 192 jefes de Estado exponen las causas y consecuencias de la crisis financiera internacional. Los discursos han estado cargados de acusaciones frontales: ‘‘Cómo es posible que la banca privada decida la vida la vida o la muerte de la economía de un país. Para qué diantre existe, en cada país, el Banco Central, si no puede dictar medidas que controlen la especulación financiera’’
Los países desarrollados cometen errores políticos que repercuten en sus finanzas. Lamentablemente, el pago de esos errores corre a cargo de los países pobres que, por su propia condición de subdesarrollados no pueden rescatarse, financieramente, ni a sí mismos.
Agobiados, más aún, por la rampante corrupción endógena.
Los fondos públicos de la Reserva Federal (Banco Central de EUA) han acudido al rescate bancario. La apreciación ingenua exclama ¡solucionado el problema! Sin embargo, la maniobra tiene otra connotación crucial. ¿Qué significa fondos públicos? Significa dinero de los contribuyentes, dinero del pueblo…
De manera que lo que ocurre por allá y por acullá, también ocurre por acá…Y continuará ocurriendo por los siglos de los siglos. ¿Cuál es el remedio? Ninguno de origen humano. Ninguno de origen bancario. En palabras del economista Leonard Silk, columnista del New York Times, ‘‘solo un brutal fenómeno cósmico, podrá transformar el amor nummi –el amor por el dinero- la voracidad, insaciable, del hombre voraz…después de muerto.’’
¡Amén! (O)