Video-conferencia no es una clase

Ciudad
Las clases educativas viven otra realidad que obliga a cambios profundos de profesores, alumnos y padres de familia. (Foto El Heraldo)

En  vista de la realidad educativa que atraviesa el país por la emergencia sanitaria y el rol del profesor, estudiante y su familia, el motivador y docente Alvaro Vargas afirmó que la video-conferencia no es una clase, por lo cual sugiere que el tiempo de conexión no sea un monólogo, sino un espacio, donde el 20% del tiempo inicial el educador explique lo que se hará.

Mientras, el estudiante cubra el 60% de manera individual o en equipo y el 20% final sea un lugar de retroalimentación con el envío de una tarea-refuerzo acorde a la realidad que vivimos y con base a lo visto en clases.

Asimismo, Vargas considera que el estudiante debe responder con un mensaje, símbolo o imagen lo que escuchó en la explicación. 

El docente al no poder mirar lo que hace el alumno es necesario llegar a acuerdos con el estudiante. Este mecanismo reflejará que va asimilando el conocimiento y es útil tomando en cuenta que a muchos no les gustará ni hablar como lo era en el aula o incluso no les agradará salir en cámara, dijo. 

Añadió que no es lo más importante la asistencia a clases en la hora establecida, pues incluso la misma quedará grabada y hasta la conexión defectuosa del internet, su limitado conocimiento en las  aplicaciones virtuales.

Una frase en clases ‘on line’ señala ‘menos es más’, por lo que el cumplimiento de las tareas, calificación inmediata del docente y seguimiento es clave.  

Vargas resaltó que la clase es la casa. Las tareas no deben obligar a que el estudiante salga al barrio, a la biblioteca o hacer en casa del compañero con el riesgo de contagio del Covid-19.

La clase ya no está con ruido, mesas, pizarra, ni recreo, ahora es el hogar que podría tener un enfermo, bebés, desempleo, violencia intrafamiliar, miedo a morirse entre otras realidades que el mundo presenta, puntualizó Vargas. (I)

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